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Actualizado: 29 de julio de 2025
Abrió el bufón la puerta de la casa y se dejó ver un fondo tenebroso. No receléis en entrar dijo el tío Manolillo procurando dar á su acento el tono más amistoso posible ; venturas os esperan, que no desgracias; el amor os llama, no la traición. Adelante dijo don Juan.
Mi deseo recuerda tu hermosura, y aumento intensamente mi amargura con el opio sutil de su recuerdo. Porque finges un férvido entusiasmo durante la epilepsia de tu espasmo; porque al hacerte desear, deseas; porque vibran caricias redentoras en tus humildes manos pecadoras, ¡bendita seas, mujer! ¡Bendita seas! Me has herido a traición.
LEONOR. Vete; se acercan... ¿No lo ves? ¡Es el Conde! MANRIQUE. Don Nuño. ¡Es verdad...! ¡Gran Dios! ¿Y he de perderte? LEONOR. ¿Escuchas? MANRIQUE. Sí; ésta es la señal. DENTRO. Traición, traición. MANRIQUE. Estamos libres. DENTRO. ¡Traición! LEONOR. ¿Qué haces?
Eran tanto más ásperos éstos cuanto que vio claramente que Luis la había estado engañando mucho tiempo, le había fingido cariño cuando amaba ya a otra. La miserable traición de Amalia la sublevaba, le inspiraba horror y repugnancia; pero la del conde, tenía que confesárselo, la traspasaba de dolor y acrecía su pasión desmesuradamente. Supo, no obstante, mantener su dignidad a flote.
Al leer esto el licenciado Sarmiento, le bailaron los ojos de alegría. Porque el licenciado Sarmiento era alcalde en cuerpo y en alma, y se alegraba de los delitos, como los médicos se alegran de las enfermedades, los clérigos de los entierros, y los sepultureros de los muertos. La alegría le hizo detenerse un momento, y luego prosiguió: «Un hombre ha sido asesinado á traición.
Otros, más ásperos de alma, empezaban a mirarse con recelo y suspicaz vigilancia, temiendo una mutua traición en el negocio que aún estaba por venir. La riqueza achica los corazones y los endurece.
En efecto, él se fue y yo quedé ni sé si triste o alegre; esto sé bien decir: que quedé confusa y pensativa, y casi fuera de mí con el nuevo acaecimiento, y no tuve ánimo, o no se me acordó, de reñir a mi doncella por la traición cometida de encerrar a don Fernando en mi mismo aposento, porque aún no me determinaba si era bien o mal el que me había sucedido.
Los pastores del rebaño monstruoso, el chauffeur y sus ayudantes, habían partido también para incorporarse al ejército. Todos se marchaban. Finalmente, sólo quedarían él y su hijo: dos inutilidades. Rugió al enterarse de la entrada de los enemigos en Bélgica, considerando este suceso la traición más inaudita de la Historia.
En su larga y variada experiencia, Ferpierre había estudiado con mucha atención las pasiones humanas, y sabía que los amantes infieles suelen sentirse sobrecogidos, en el momento de la traición, por un movimiento de compasión hacia la persona que traicionan.
No estaba con ella; pero la tía gozaba cierto bienestar, pues disfrutaba de una renta vitalicia que alcanzaba a cien luises. ¿De dónde procedía esa renta? No se sabe. ¿Hablaba de su sobrina? Pronunciaba su nombre de vez en cuando. Pero en seguida quedaba silenciosa, como si temiese hacer traición a algún secreto.
Palabra del Dia
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