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Muchos extremos de admiración hace mi padre al notar mi ignorancia de ciertas cosas. Esto de que yo no sepa jugar al tresillo, siquiera al tresillo, le tiene maravillado. Tu tío te ha criado me dice debajo de un fanal, haciéndote tragar teología y más teología, y dejándote a obscuras de lo demás que hay que saber.

La primer pregunta que hizo el ama a Papitos fue referente a las órdenes que le había dado. «No dejó ni rastro» replicó la muchacha, enseñando a su ama la fuente en que había servido la merluza. ¿Y dijo algo? No podía decir nada, porque no paraba de tragar. Doña Lupe se sonreía.

No diga usted esto a nadie, señor cura, pero en el primer momento encontré a mi padre más bien feo; ahora, me gusta su cara de tal modo, que creo que no habría otra alguna que me gustase más. ¡Es todo el mundo tan insignificante a su lado!... Ciertamente, tiene el aspecto menos... ¿cómo lo diré? menos padre de familia que el señor Ravenaz, por ejemplo, el mayordomo de cofradía que cantaba tan fuerte en la misa mayor y hacía cantar con él a sus cuatro hijas y siete hijos, todos dóciles a una señal de sus ojos; o que el señor Tintellier, que sólo tiene un hijo, pero que es tan escéptico y no ríe nunca más que con un lado de la boca, de modo que su alegría se parece al esfuerzo de tragar algo amargo y más da lástima que envidia.

En quanto á lo Prudencial, disposicion, i verosimilitud de cada una, ¿que costumbre moderna puede disculpar los monstruos, inverosimilitudes i desatinos, que cada dia nos hazen tragar los mas de nuestros Cómicos? ¿Puede ser en esto lícito el dispensar con el Arte? ¿Es muestra de Ingenio el fingir lo no contingente, ó el dezir lo que no conviene, solo por dar Novela apacible, i conforme al mal gusto de la multitud de los Ignorantes, que en nada desto reparan?

El Cura se pasmaba de aquellos mis afanes, y más con la mirada y con el gesto que con palabras, me daba a entender lo satisfecho que estaba de ; Neluco no me perdía de vista un momento, y parecía entusiasmado con los nuevos fervores míos, los cuales estimulaba con tentaciones de otras golosinas, que al fin me hacía tragar con su diabólica estrategia.

¿Te parece que después de lo que has hecho, se puede dormir? ¡Qué conciencias, válgame Dios, qué conciencias estas!... lo negarás ahora... ¿Quién andaba por los pasillos? Claro, el gato. El pobre minino paga todas las culpas. ¿Y a qué saliste?, a jugar con el gato, ¿verdad?, justo. ¡Y eso me lo he de tragar yo!

Al matrimonio dio en llamársele «el aumento del contingente,» y algunos llevaron su procacidad hasta darle tal nombre delante de su futuro yerno. Fácil es de concebir cuánta saliva habría tenido que tragar antes de perder, como lo hizo, una molesta y mal entendida vergüenza.

¡Oh! basta... ¡Pues no vuelve á empezar! ¡Esta chiflado! ¡Al ateneo! ¡Hacedle tragar la servilleta! Todas estas interrupciones surgían de un coro de carcajadas, mientras, el convidado á quien se había dirigido Maugirón permanecía silencioso é impasible. Era el tal un hombre como de treinta años, alto, fornido, de cabeza cuadrada, color tostado, negros y rizosos cabellos y magníficos ojos azules.

A Juanito le ataca un golpe de tos tan violenta que provoca la impaciencia de algunos espectadores. ¡Fuera ese! ¡fuera el tísico! grita una voz. ¿Tísico? ¿Llamarle tísico delante de la Paulita? Juanito quiere ver al deslenguado y hacerle tragar la tísis. Y viendo que las mujeres se interponían, se envalentonó más y le crecieron los ánimos.

En el medio del agua hay torbellinos, Como suele acá en tierra: y esto tanto, Que navegando algunos, los vecinos Celebran sus exéquias con gran planto, Diciendo que Caribdis está á punto, Para lo que viniere tragar junto. Aquí muchas canoas se han perdido, Y muchos en mi tiempo se anegaron. Muy mal al de la Puente ha sucedido, Y á aquellos que con él aquí bajaron.