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Actualizado: 10 de junio de 2025


Ayudáronle a levantar, y, puesto en pie, dijo: -El enemigo que yo hubiere vencido quiero que me le claven en la frente. Yo no quiero repartir despojos de enemigos, sino pedir y suplicar a algún amigo, si es que le tengo, que me un trago de vino, que me seco, y me enjugue este sudor, que me hago agua.

Con ellas apretaba al cangrejo contra su boca, inyectando bajo su caparazón el producto venenoso de sus glándulas salivares, paralizando todo movimiento de resistencia. Luego se lo tragó lentamente, con una deglución de boa. ¡Qué hermoso! dijo ella.

La mujer no es feliz más que vendiéndose; vendiéndose muy cara mientras es hermosa, arrancando al amor que compra, dinero para cuando sólo puede buscarse la caridad; ¡la caridad!... Y después de haber pronunciado con acento de blasfemia su última palabra, se bebió de un trago una copa de aguardiente. Pues usted, la dije con desprecio, no ha sabido, por lo que se ve, aprovechar sus buenos tiempos.

Volvióse él rápidamente, y con forzada jovialidad contestó: ¿Que no como?... ¡Vaya si como!... ¡Mira!... Y bebióse de un trago, sin resollar siquiera, un vaso lleno de vino hasta los bordes; mostróse desde entonces alegre, hablador y chancero, y levantándose de repente, comenzó a dar vueltas de un lado a otro, como si buscase algo.

A doña Paula, que dormía a su lado, la aterraron de tal modo, que fué necesario acudir al antiespasmódico. Belinchón, con la fortaleza de los temperamentos heroicos, no dijo nada a su consorte. Lo que hizo fué beber un trago del antiespasmódico. Al día siguiente salió en coche para Lancia, acompañado de Peña, Sinforoso, don Rufo y dos sables de tiro.

Se repuso un poco después de un largo trago de aguardiente, y continuó: Entro, y figúrate qué espectáculo: el cuerpo de mi pobre viejo Kernok cubierto de una ancha llama azulada que le corría de la cabeza a los pies, lo mismo que cuando arde un ponche. Yo me aproximé y le eché agua; ¡bah! aún ardía más fuerte, porque estaba casi cocido. Grano de Sal palideció.

Nada de comedias... porque eras muy comiquito. Gracias que yo te conozco ya las marrullerías, y algunas bolas me trago; pero otras no. ¿De veras que vas a contármelo todo? La idea de perdonar electrizaba a Jacinta, poniéndola tan nerviosa que echaba chispas. No cabía en de inquietud, pensando en lo grande del perdón que tenía que dar en pago de lo enorme de la sinceridad que se le ofrecía.

Es mi idea, es una idea mía. Y otra vez lo digo: la esposa que no da hijos, no vale... Sin nosotras las que los damos, se acabaría el mundo... Luego nosotras...». «Nada, nada, esta mujer está loca y no tendré más remedio que ponerla en la calle pensó Guillermina . ¡Y qué trago estará pasando la otra pobre, oyendo tales lindezas!». Notaba en ella cierta exaltación insana.

Candido perdió el sentido, y Panglós le llevó un trago de agua de una fuente inmediata. Habiendo hallado el siguiente dia algunos manjares metiéndose por entre los escombros, cobráron algunas fuerzas, y trabajáron luego, á exemplo de los demas, en alivio de los habitantes que de la muerte se habian librado.

No faltó quien viniese a avisar en seguida a Belinchón de la zurdada del alcalde respecto de la música. Estaba empezando a comer cuando recibió la noticia. Con admirable serenidad, que debían envidiar sus enemigos, concluyó el plato de sopa que tenía delante, se limpió los labios, bebió un trago de vino, volvió a limpiarse los labios, y levantándose acto continuo, salió sin decir palabra.

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