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Actualizado: 9 de julio de 2025


Apenas se abrieron las puertas del Senado, el profesor corrió á sentarse en la primera fila de una tribuna. Sus ojos buscaron á Gurdilo entre los senadores. ¡Simpático personaje! El orador, enjuto, verdoso y de torva mirada, le parecía ahora de una belleza extraordinaria. Ordenó el presidente la lectura de una comunicación enviada por el Consejo Ejecutivo.

Como caminaban en sentido contrario no tardaron en acercarse y pasar uno al lado de otro, repitiéndose la misma torva mirada por parte del militar y la idéntica sonrisa por la del paisano. Miguel cruzó a la acera de enfrente para entrar en casa de la brigadiera; mas antes de efectuarlo oyó una voz cavernosa a su espalda: Cabayero; oiga V. Volviose y se encontró frente a frente del cadete.

Sin embargo, no va del todo descaminado el capitán gascón, dijo tímidamente un arquero de torva mirada. ¡ has sido siempre un cobarde y un traidor, Marcos! rugió Simón enseñándole el puño. Haya paz, dijo el barón con voz tranquila. Los que prefieran servir al señor de Latour, libres son de seguirle. Los demás, conmigo á donde nos llaman el deber y el patriotismo.

Habíanse preso cuatro bravucones de mirada torva y harapiento pelaje, que harto claro manifestaban, sólo con dejarse ver, que eran racimos de horca, no vendimiados aún por la justicia. Halláronse en el aposento de Florela los cuerpos de doña Guiomar y de don Baltasar de Peralta, ella marchita y afeada por la muerte su hermosura, él cubierto aún con el antifaz el semblante.

Sin duda hablaban de algo importante, porque la plática fue larga. Una hora o algo más corrió desde que encendieron la luz hasta que las maderas se cerraron, quedando la casa silenciosa, torva y sombría como quien oculta algún negro secreto. La persona en quien se notó mayor sentimiento por la pérdida de las elecciones fue Nucha.

Eche usted vino respondió Fernanda lanzándole al mismo tiempo una mirada torva que le desconcertó. Ya que se hubo brindado, voceado y disparatado bien, el alegre concurso volvió a diseminarse. Sólo permanecieron en sus puestos el Jubilado y los oficiales refractarios al amor.

Pero el Tuerto, á quien el llanto de su padre y el recuerdo de sus hijos estaban martirizándole el alma, temiendo ceder al cabo al peso de la aflicción que ya enturbiaba sus ojos, al ver el poco efecto que en el patrón habían hecho las órdenes anteriores, ¡Larga! gritó con ruda y tremenda voz, dominando con ella los alaridos de tierra, y fijando su torva mirada en el viejo marino.

El padre de don Silvestre, ya por no tener más que un hijo, ya porque viera en él, aguzándole un poco, un instrumento más para el triunfo de sus hollados derechos, determinó mandar á su retoño á la villa inmediata para que estudiara latín con un dómine de torva catadura y de tantas narices como fama, y no era chato.

Sobre la rica alfombra de terciopelo había algunos escupitajos y puntas de cigarro. En la delicada mesilla del centro una licorera con las botellas casi vacías y las copas fuera de su sitio. El duque echó una mirada torva a esta licorera y alzó suavemente la cortina de la alcoba.

En la parte interior de la puerta del Mollete, el horrendo martirio del niño de La Guardia, la leyenda nacida a la vez en varios pueblos católicos al calor del odio antisemita: el sacrificio del niño cristiano por judíos de torva catadura, que lo roban de su casa y lo crucifican para arrancarle el corazón y beber su sangre.

Palabra del Dia

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