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Podrá faltarme valor para el martirio, podré ser criminal, podré llamar, arrastrada por mi desdicha, la justicia de Dios sobre mi cabeza; pero no cometeré un sacrilegio, ¡no, no tomaré á Dios por esposo, amando á un hombre! ¡otro es el esposo que he elegido, don Juan!

El palo que a me sostiene por los caminos no ha de alzarlo contra su padre. Diómelo como una cruz Nuestro Señor Jesucristo. Apártate, leproso. Antes vuélvame el palo con que voy por el mundo, que si no me lo vuelve yo lo tomaré. ¡Ay de ti si me tocan tus manos podridas! Con lento andar, de una humildad fuerte y solemne, avanza el Pobre de San Lázaro.

21 Y el que tomare la mujer de su hermano, es suciedad; la desnudez de su hermano descubrió; sin hijos serán. 22 Guardad, pues, todos mis estatutos y todos mis derechos, y ponedlos por obra; y no os vomitará la tierra, en la cual yo os introduzco para que habitéis en ella.

V. Ex.^a me haze en lo de M.^r Julio César beso mill vezes las manos, pluguiera a Dios hubiera llegado, q. me he hallado solo, y agora en la conualescencia mucho mas. Si V. Ex.^a no huuiese de venir tan presto, como lo temo, y conueniendo a la salud de V. Excelencia no dejar essos ayres, lo tomaré en paciencia, que no será poco forzar mi consuelo a ello.

En este momento se mostró en la puerta la fisonomía inquieta de Bobart. Señor Aubry, le buscan á usted por todas partes.... La señorita Guichard le reclama.... ¡Anda! Ve á cumplir tus deberes, dijo Roussel cambiando una mirada con Mauricio. Mientras, tomaré el aire en el jardín. Hace aquí un calor terrible.

BERGANZA. Yo tomaré tu consejo, y esperaré con gran deseo que llegue el tiempo en que me cuentes tus sucesos; que de quien tan bien sabe conocer y enmendar los defetos que tengo en contar los míos, bien se puede esperar que contará los suyos de manera que enseñen y deleiten a un mismo punto.

Pienso levantarme muy temprano, y sin que lo sepa mi mujer, me iré al Luxemburgo, visitaré el palacio, pasearé por las alamedas, luego tomaré el ómnibus que va á San Cloud, partiendo del palacio Real y haciendo escala en el arco del Triunfo, y me alargaré hasta el famoso bosque de Bolonia. =Dia décimo nono=. Omnibus. El Paris de acá y el Paris de allá. Palacio de Luxemburgo.

ELECTRA. ¿Y qué le dices, hombre? MÁXIMO. Hablo con el tío... Bueno: supongamos que has hablado ya con todos los tíos del mundo... Después... MÁXIMO. No te importe el procedimiento. Ten por seguro que te tomaré bajo mi amparo, y una vez que te ponga en lugar honrado y seguro, procederé al examen y selección de novios. De esto quiero hablar contigo ahora mismo. ELECTRA. ¿Me reñirás?

Siento aún su mano bajo mis labios; siento sus lágrimas en mis ojos, en mi corazón. ¡La amo!... mañana si es preciso tomaré una resolución... ¡Hasta entonces, por Dios, déjeseme en reposo! ¡Hace tanto tiempo que no hago uso de la dicha! ¡Es probable que muera de este amor: pero al menos quiero vivir en paz un día entero! 26 de agosto. Este día, único que imploraba, no me ha sido concedido.

«Mire usted; después que Dios me ha dado al hijo de la casa, no le guardo rencor a la otra... Porque yo soy tanto como ella por lo menos... Como no sea más. Pero pongamos que soy lo mismo. No le guardo rencor, y como me apuren mucho, hasta le tomaré cariño... Tres mamás va a tener este rico, esta gloria: yo, que soy la mamá primera; ella la mamá segunda, y usted la mamá tercera».