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Actualizado: 5 de mayo de 2025
No se dignó el tercero de tocarle con la lanza; sino que al pasar junto á él le agarró por la pierna derecha, y haciéndole dar media-vuelta, le derribó en la arena; los escuderos de los juegos acudiéron á levantarle riéndose: el quarto combatiente le coge por la pierna izquierda, y le tira del otro lado.
Halláronse presentes a la plática la sobrina y ama, y no se hartaban de dar gracias a Dios de ver a su señor con tan buen entendimiento; pero el cura, mudando el propósito primero, que era de no tocarle en cosa de caballerías, quiso hacer de todo en todo esperiencia si la sanidad de don Quijote era falsa o verdadera, y así, de lance en lance, vino a contar algunas nuevas que habían venido de la corte; y, entre otras, dijo que se tenía por cierto que el Turco bajaba con una poderosa armada, y que no se sabía su designio, ni adónde había de descargar tan gran nublado; y, con este temor, con que casi cada año nos toca arma, estaba puesta en ella toda la cristiandad, y Su Majestad había hecho proveer las costas de Nápoles y Sicilia y la isla de Malta.
La tía María y Stein atravesaron la turbamulta de criados y cazadores que rodeaban al enfermo. Era este un joven de alta estatura. En torno de su hermoso rostro, pálido pero tranquilo caían los rizos de su negra cabellera. Apenas le hubo mirado Stein, lanzó un grito, y se arrojó hacia él temeroso de tocarle, se detuvo de pronto y, cruzando sus manos trémulas, exclamó: ¡Dios mío, señor duque!
Bailaba al son de sus instrumentos, obstruyendo el camino, y se negaba á obedecer á la fuerza pública cuando ésta pretendía alejarla del Hombre-Montaña. Todos querían tocarle después de haberle visto. Se subían sobre sus zapatos, se metían en el doblez final de sus pantalones.
Pero ya verás qué ricamente lo pasamos a pesar de cuanto dice en sus sermones y soflamas el señor de Salvatierra... Pero que no sepa el padrino lo que yo digo de su camará, pues tocarle a don Fernando es peor que si yo te fartase a ti, pongo por caso. Rafael hablaba de su padrino con veneración y miedo al mismo tiempo.
Al mismo tiempo percibió sobre la cúspide de su cráneo un silencioso y violento choque, algo anormal que pareció tocarle sin llegar a tocarle, la sensación del roce de una piedra. Algo cayó sobre su rostro como una lluvia impalpable. ¿Sangre?... ¿tierra?... Su sorpresa sólo duró un instante. Le habían hecho fuego desde el matorral, en las inmediaciones de la escalera.
La muerte era mil veces preferible al suplicio de aquel emparedado que no salía de su tumba de piedra sino para dar vueltas velado, sin que los rayos del sol ni la brisa del cielo pudieran tocarle la cara. Pasaron por una fragua donde algunos presidiarios estaban martillando en el yunque las esposas y las cadenas que iban á servir para sujetar á sus compañeros de miseria.
Bien estaría la casita de los novios; pero no tanto cómo el chalet que ella tenía en lo alto de «su mundo»; y en cuanto al piano, por superior que fuera, ¿a que no sonaba tan bien como el suyo, cuando se ponía a tocarle después de dar un paseo por las tortuosas veredas de su paraíso, con «el arcángel» que se le custodiaba?
Ruborizábase pensando en las horas que pasaban, siendo niños, sentados en un ribazo, oyendo ella la historia de Cenicienta, la niña despreciada convertida repentinamente en arrogante princesa. La eterna quimera de todas las niñas abandonadas venía entonces a tocarle en la frente con sus alas de oro.
Aquella altura se les subía a la cabeza a los pilluelos y les inspiraba un profundo desprecio de las cosas terrenas. ¡Mia tú, Chiripa, que dice que pué más que yo! dijo el monaguillo, casi escupiendo las palabras; y disparó media patata asada y podrida a la calle apuntando a un canónigo, pero seguro de no tocarle.
Palabra del Dia
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