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Actualizado: 27 de junio de 2025
Amén de los corredores del asno, estaban otros cuatro aguadores jugando a la primera, tendidos en el suelo, sirviéndoles de bufete la tierra y de sobremesa sus capas. Púsose el Asturiano a mirarlos, y vió que no jugaban como aguadores, sino como arcedianos, porque tenía de resto cada uno más de cien reales en cuartos y en plata.
Las mujeres, de mantilla blanca, le seguían desde los palcos con sus gemelos; en los tendidos de sol aplaudían y aclamaban lo mismo que en los de sombra. Hasta los enemigos sentíanse arrastrados por este impulso simpático. ¡Pobre muchacho! ¡Había sufrido tanto!... La plaza era suya por entero. Nunca había visto Gallardo un público entregado a él tan completamente.
Los chicuelos trabajaban en los tendidos de sol, los del público sucio y pobre, que deja como rastro de su paso un estercolero de cortezas de naranja, papeles y puntas de cigarro. ¡Ojo con el tabaco! ordenaba a su tropa . El que se me quede una colilla de puro no ve el domingo la corrida.
Detrás se hallaban, tendidos de dos en dos, varios soldados de infantería, la mayoría heridos de un balazo, con las piernas o los brazos quebrantados.
El toro había despachado ya un número considerable de caballos. El infeliz de que acabamos de hacer mención, se iba dejando arrastrar por la brida, con las entrañas colgando, hasta una puerta, por la que salió. Otros, que no habían podido levantarse, yacían tendidos, con las convulsiones de la agonía; a veces alzaban la cabeza, en que se pintaba la imagen del terror.
Silva mandó a uno de los suyos a que viera si nuestra cámara estaba cerrada, y cuando el otro volvió diciendo que lo estaba, murmuró: Estos bárbaros son capaces de todo. Desde el ventanillo de la puerta oímos durante toda la noche los cantos de los marineros y la algarabía de los chinos. Nos sustituímos para hacer la guardia; aunque nadie pudo dormir, estuvimos tendidos, descansando.
Para que los oficiales pudiesen avanzar sin bajadas y subidas, unos tablones formando andamio estaban tendidos de puerta á puerta. Al ver los soldados al jefe se formaban en fila. Sus cabezas quedaban al nivel del talle de los que iban pasando por los tablones. Desnoyers miró con avidez á todos estos hombres. ¿Dónde estaría Julio?... Se fijó en la fisonomía especial de los diversos reductos.
Algunos diputados, tendidos en sus escaños, parecían cadáveres en descomposición. Olía mal. Indudablemente pensé , el Parlamento no es un espectáculo de verano. Para el verano ya tenemos las corridas de toros, que se hacen al aire libre. Y, dirigiéndome a un diputado amigo: ¿Por qué no cierran ustedes? le dije.
Dejad de revolcaros en el fango de la concupiscencia y de la imprevisión, y seguidme a la capilla, que Jesús nos espera, con los brazos abiertos y tendidos. No sin echar antes una melancólica mirada al fondo desierto de sus respectivos cuadros, todos siguieron al fraile, como dominados por su ojo aquilino.
Las miradas de algunos pasajeros tendidos en sus sillones le seguían con cierta admiración. Parecía haber crecido en una noche. Era otro, con la mirada grave, la frente pesada, los brazos cruzados sobre el pecho y un índice apoyado en la boca, lo mismo que si adoptase un gesto de pensador viéndose rodeado de máquinas fotográficas. Tengo que hablarle.
Palabra del Dia
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