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Ciérrense esas rejas al punto, y vamos a trabajar y a rezar... Inés, te lo repito, respira tranquilamente. Con tal que no vuelva a repetirse... Oyéronse voces de las muchachas, que si no de alegría y completa bonanza, indicaban que el temporal iba pasando. D. Diego me dijo: Vámonos, no sea que mi madre quiera salir por aquí y nos sorprenda. Nos apartamos de allí. ¿Qué te parece lo que hemos oído?

La general llevaba orden de ir á Cabo de Palos; caminaron todo aquel día y la noche con viento próspero; después se les volvió el tiempo de manera que vinieron á descaecer á los Secos de los Querquenes, donde surgieron, aunque no todas, que algunas habían perdido la Real por un mal temporal que duró poco.

Y con esta tempestad resulta doblemente soberbia dijo el Capitán . Demos gracias a este fenómeno, que nos ha hecho descubrir a tiempo la costa australiana. Lu-Hang, disponte a arriar la vela. ¿Esperáis encontrar un refugio en la costa, señor Van-Stael? le preguntó el piloto. Lo espero; pero no estoy seguro. No adónde nos ha traído el temporal. Fuera del golfo, de seguro que no.

Preferimos el viaje por mar, porque ya en otra excursión tuvimos ocasión de apreciarlo por tierra, aconsejando á todo el que tenga necesidad de trasladarse de Bulan á Matnog lo haga por agua aun cuando haya temporal y corra el riesgo de ahogarse.

Además, como estuvo toda su vida bajo el poder y la vigilancia de su madre, no pensaba que hubiera más vida, y estaba tan acostumbrada a sus filípicas que, cuando no eran extraordinarias, las escuchaba como un ruido enfadoso, y se autorizaba una que otra vez, si el temporal no era muy recio, ciertas salidas graciosas, aunque atrevidas.

Hoy no pude resistir la tentación: tomé el impermeable y me fuí hacia allá. Después de pasar el puente salté á los prados para atravesar el camino. Si me hubieran visto caminar con aquel temporal no lo que hubieran pensado. Mi objeto único y exclusivo era verla, aunque fuese de lejos. Me aposté detrás de un árbol y estuve esperando no cuánto tiempo. El agua me bañaba el rostro y el cuello.

No se pegaba de trompadas con los suyos más de tres veces al día; su madre no lograba echarle la vista encima arriba de una por semana, y para eso había de cogerle durmiendo; de modo que sus siniestros de muelas, orejas y cabellos, por temporal materno, aunque pocos y buenos, aún le prometían pellejo sano para muchos años.

Navegó en barcos sucios, viejos y alegres, donde los tripulantes soltaban todas las velas al temporal y luego de embriagarse se dormían confiados en el diablo, amigo de los bravos, que los despertaría á la mañana siguiente. Vivió en buques blancos, silenciosos y limpios como una casa holandesa, cuyos capitanes llevaban con ellos á la esposa y los hijos.

Y bien se conocían, sin que él los ponderara, los chamuscones que se había dado, porque apestaba desde lejos a humo de cocina, y tenía la piel como los chorizos curados y hasta con hollín. Mari Pepa no veía motivos para tantas ponderaciones: aquel temporal había sido como otros muchos que habían pasado y que pasarían.

Y tal fué la ida de estos misioneros á Santa Cruz de la Sierra, porque yendo solamente á impetrar la vida temporal de un indio, los llevaba Dios para que fuera de toda esperanza rescatasen á innumerables pueblos de la esclavitud del demonio.