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Actualizado: 4 de octubre de 2025


Walther El pastor cuenta que hay una magia en esos árboles, y que, cuando un hombre los ha maltratado, su mano sale de la fosa después de su muerte. Tell Hay una magia en esos árboles, es cierto. ¿Ves allá, a lo lejos, esas altas montañas cuya punta blanca se levanta hasta el cielo? Walther Son los nevados que durante la noche resuenan como el trueno y de donde caen las avalanchas.

Ocupando un territorio intermediario de razas y civilizaciones invasoras, los Suizos sufrieron sucesivamente tres dominaciones extranjeras de primer órden: la del imperio romano, conquista comenzada 60 años ántes de la era cristiana, y completada por César; la del imperio franco, que terminó en el siglo IX, poco despues de la muerte de Carlomagno, y la de los Alemanes y la casa austríaca de Habsbourg, dominacion comenzada á sacudir por la liga de la independencia que inició Guillermo Tell al principio del siglo XIV.

Recuérdase con placer que en ese mismo lago se libró el ilustre Tell de los sicarios de Gesler que preso le conducian á Lucerna, despues del tremendo castigo á que le condenó el tirano, obligándole á tirar sobre la cabeza de su hijo.

El vapor nos condujo directamente á Flüelen, el puerto del canton de Urí, dejándonos ver de paso la eminencia de Grütli, mas adelante la curiosa Capilla de Guillermo Tell, y donde quiera, en las rocas tajadas, un enjambre de obeliscos y pirámides de aspecto basáltico y singulares tintas.

Lo que se llama Grütli es una pradera rodeada de bosques, que corona una alta loma situada sobre la raíz del promontorio de Wylenstein. Allí se encuentra una casa solitaria que los muy curiosos visitan, y cerca de ella tres fuentes que pertenecen á la poética leyenda de la independencia ó de Guillermo Tell.

Mucho más conmovedora y hermosa es la leyenda de los tres suizos que también esperan un día grande en el espesor de una alta montaña de los antiguos cantones. Son tres, como los tres que juraron conquistar la libertad en la pradera del Grutli, y los tres se apellidan Tell, como el que derribó al tirano.

Deje Elvira los cabellos Y reciba sus favores. Salen DON TELLO y criados; JUANA, LEONOR y villanos. D. TELL. ¿Dónde fué mi hermana? JUANA. Entró Por la novia. SANCHO. Señor mío. D. TELL. Sancho. SANCHO. Fuera desvarío Querer daros gracias yo, Con mi rudo entendimiento, Desta merced. D. TELL. ¿Dónde está Vuestro suegro? NU

FELIC. Yo lo estoy de tal manera, Mi señor, cuando estáis fuera, Por vos, como sabe Dios. No hay cosa que no me enoje; El sueño, el descanso dejo: No hay liebre, no hay vil conejo Que fiera no se me antoje. D. TELL. En los montes de Galicia, Hermana, no suele haber Fieras, puesto que el tener Poca edad, fieras codicia.

Esa misma noche, Schiller me contestaba en este diálogo admirablemente entre Tell y su hijo: Walther, mostrando el Bannberg. Padre, ¿es cierto que sobre esa montaña, los árboles sangran cuando se les hiere con el hacha? Tell ¿Quién te ha dicho eso, niño?

En la aldea de Altorf, que he visitado dos veces, tuvo lugar la tremenda escena con Gesler y Guillermo Tell, que tuvo precision de apuntar y tirar su flecha á la manzana que colocaron sobre la cabeza de su hijo ... uno de los suplicios mas bárbaros que jamas han sido impuestos á padre alguno. En la misma aldea de Altorf, hay una fuente de piedra coronada con la estatua de Tell tirando su flecha.

Palabra del Dia

aprietes

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