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Actualizado: 14 de mayo de 2025
¡Viva mi amo y señor, el duque Meñique! gritó el gigante, con una voz que puso azules de miedo a los cortesanos, quebró el estuco del techo, e hizo saltar los vidrios de las seis ventanas.
«Hoy ha sido el funeral. ¡Cosa estupenda, según me ha dicho Candelaria! El catafalco llegaba hasta el techo, y la orquesta era magnífica; muchas luces... Ahí tienes para qué les sirve el dinero a esos celibatarios egoístas.
Se consideraba más seguro teniendo sobre su cabeza el techo de la Galería y frente á sus ojos aquella entrada, por la que tenían que pasar forzosamente los que avanzasen en busca suya.
El techo era un portento, pues no parecía sino la convexidad de admirable gruta adornada de estalactitas, de corales, madréporas y raras especies de aquella parte del reino vegetal que con el mineral se confunden.
Llegamos cerca de la Aduana, y don Ciriaco se detuvo delante de una casa grande, con miradores. Aquí es dijo. Entramos en un portal altísimo, enlosado de mármol. Lo cruzamos. Llamó el capitán; un criado abrió la cancela y nos pasó a un patio con el suelo también de mármol, el techo encristalado y las galerías con arcadas.
Margarita continuó con la entonación propia de un relato sencillo era una de mis hermanas adoptivas: cuando yo entré en su casa para partir con ella el pan de su familia, para vivir como un nuevo hijo bajo el techo común, Margarita tenía cuatro años; era rubia, blanca, pálida, con los ojos azules, y la sonrisa benévola, sonrisa en que se exhalaba un alma de ángel.
Matar más de cien toros por año, con los peligros y esfuerzos de la lidia, no le fatigaba tanto como el viaje durante varios meses de una plaza a otra de España. Eran excursiones en pleno verano, bajo un sol abrumador, por llanuras abrasadas y en antiguos vagones cuyo techo parecía arder. El botijo de agua de la cuadrilla, lleno en todas las estaciones, no bastaba a apagar la sed.
Alzó los ojos al techo, cruzó las manos, su cara se puso muy encendida y sus ojos iluminados.
Nada de granero arriba, sino alguna pieza baja ó desván que aisle el primer piso del techo. Luego, la casa pequeña. En cambio, que sea sólida, con dos hileras de cuartos, una habitación mirando al mar y otra á la tierra.
13 Y midió la puerta desde el techo de una cámara hasta el techo de la otra, veinticinco codos de anchura, puerta contra puerta. 15 Y desde la delantera de la puerta de la entrada hasta la delantera de la entrada de la puerta de dentro, cincuenta codos.
Palabra del Dia
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