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Actualizado: 15 de junio de 2025
Molestábale mucho una de las altas botas del uniforme, y sin esperar a Damián, quiso quitársela él mismo, en cuanto entró en la alcoba; no pudo, sin embargo, conseguirlo del todo y quedóse con ella a medio descalzar, sentado en una butaca, esperando al ayuda de cámara. Tardaba este, e impaciente Jacobo, abrió mientras tanto el oficio.
Quiero más sentarme aquí que á la diestra de Dios Padre. Soledad se encogió de hombros con desdén y murmuró: ¡Tardaba ya mucho! Estaba inquieta desde que Antoñico se había acercado á María-Manuela. Sus ojos se clavaban coléricos en ellos y querían pulverizarlos. Las palabras temblorosas de Velázquez le parecían un ruido molesto, la ponían aún más nerviosa.
Acostóse aquella noche más temprano que de costumbre, y mandó que dejasen encendidos en la alcoba todos los candelabros y arañas. Puso con mucho primor debajo de la almohada la carta con el diente dentro, y sentóse encima dispuesto á esperar á Ratón Pérez, aunque fuese necesario velar hasta el alba. Ratón Pérez tardaba, y el Reyecito se entretuvo en pensar el discurso que había de pronunciarle.
Su sueño era muy a menudo turbado por angustiosas pesadillas, seguidas de vómito y convulsiones, y a veces, faltando este síntoma, el precoz mal se manifestaba de un modo más alarmante. Se ponía como lela y tardaba mucho en comprender las cosas, perdiendo completamente la vivacidad infantil.
Mi tío va más lejos y pretende que sólo los imbéciles no cambian de opinión; pero ¿sucede con el corazón lo mismo que con la cabeza? «Dadme luz, mi viejo cura». Cuando el señor de Pavol decidía algo, tío tardaba en ejecutarlo. Partiendo de este principio, señaló el 15 de Enero para verificar el matrimonio de Blanca.
Mientras duró el noviazgo de Inés y Manolo, que así se llamaba el mozo, Cristeta compadecida de ellos, les protegió cuanto pudo, facilitando salidas a la muchacha, disculpándola si tardaba, y hasta espumando el puchero cuando la enamorada se entretenía un rato en la esquina inmediata.
Roberto Vérod se decía que él también llegaría a olvidar, pero el tiempo tardaba en concederle ese ambicionado bien. En ciertas ocasiones, cuando un nuevo pensamiento le distraía de tan doloroso recuerdo, el joven temblaba, porque ese nuevo pensamiento era infinitamente más grave.
Donna Olimpia tardaba en venir, y con la soledad y, con la impaciencia crecía en Morsamor el disgusto de haber cedido a los propósitos de su doncel, tan juicioso cuando hablaba en contra de las locuras sublimes, como ligero y hasta cínico cuando se trataba de otra clase de locuras.
El aya tardaba más de lo que había dicho; pero Elena no parecía reparar en ello. Quizá pensaba en las huellas de las lágrimas sorprendidas en los ojos de Marta; quizá se preguntaba cuál podía ser la causa del misterio que la rodeaba. Quizá también una imagen querida se alzaba ante sus ojos; porque a veces una sonrisa se dibujaba en sus labios.
¡Mi hija!... ¡grañí de mis entrañas! ¡Qué disgusto nos has dao! La abrazaba, dándola ruidosos besos, y su pobre mujer no lloraba menos, pero era de gozo, viendo terminado por el momento el período de las palizas. La muchacha volvíase a la casa del novio, y allí permanecía hasta la boda, que tardaba seis, ocho o diez meses, mientras los padres reunían dinero para la costosa ceremonia.
Palabra del Dia
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