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Actualizado: 15 de junio de 2025


Fue a la catedral, pero no pudo parar allí y a las nueve y media ya estaba en medio de la carretera de Santianes o del Vivero paseándola a lo ancho, agitado, pálido, de un humor de mil diablos. «¿A qué voy yo allá? De fijo estará el otro. ¿Que voy yo a hacer allí? ¡Maldito Vivero!». La berlina tardaba. De Pas daba pataditas de impaciencia.

Allí se tuvo por notable caso el que un objeto adquirido se pagase de presente, y el crédito, palanca del moderno comercio, funcionaba con extraordinaria actividad. Todo se compraba al fiado: cigarrera había que tardaba un año en poder abonar los chismes del oficio.

El célebre Lafont no tardaba nunca menos de tres horas en pintarse; y M. Febvre se extraña de que en los Conservatorios no haya una clase especial donde los alumnos puedan aprender, razonadamente, el arte de caracterizarse. El maquillaje, en efecto, constituye una especie de rinconcito de la ciencia, cuyo discreto cultivo requiere ciertos conocimientos anatómicos.

Hace tiempo que me he transformado ... Puedo nacer á la verdadera vida, puedo salvarme, puedo salvar mi alma, que va á sucumbir si permanezco de este modo. Yo espero vivir.... Al ver que usted tardaba, la esperanza comenzó á faltarme; pero usted ha venido. ¿No puedo creer que Dios me lo ha enviado?

Al despertar creyose por un momento en los brazos de su abuela. ¡Oh! La luz de aquel día, de aquel jueves, 11 de febrero, tenía para ella un tinte sonrosado y divino, lleno de poesía y de esperanza, como si todo el día fuera aurora. Su primer juicio fue para apreciar lo que tardaba la hora de su dignificación gloriosa; la hora de una de las más grandes justicias que había visto la tierra.

Sin embargo, no se tardaba en advertir que un alma recia como un estoque se ocultaba por debajo del bordado terciopelo de aquella vaina de ceremonia, y que su honra era siempre tan puntillosa como pudo serlo en el corazón o la mejilla de los que descansaban en San Pedro, con su par de espuelas en el calcáneo.

Al ir a estirar la hoja para hacer las capas, en vez de extenderse, se rompía, y en fabricar un cigarro se tardaba el tiempo que antes en concluir dos; y para mayor ignominia, había que echarle remiendos a la capa por el revés lo mismo que a una camisa vieja, lo cual era gran vergüenza para una cigarrera honrada y que sabe su obligación al dedillo.

Su voz produjo un efecto extraño: ora murmuraba, bien que de manera bastante fuerte para ser oído; ora gritaba, ora hacía una larga pausa, fijando los ojos en algún jurado, que, azorándose, no tardaba en volver a otro lado los suyos. Señores jurados y señores jueces: Acaban ustedes de oír el discurso del señor adjunto del fiscal.

No consiguió sino excitarse más y más; el endiablado cuello, aunque quedaba en su sitio después de cada tirón, no tardaba dos minutos en bajarse y ahuecarse de nuevo. La desesperación se iba apoderando velozmente del gallardo caballero; hasta se le descompuso un poco el semblante.

La culpa la tenía él que tardaba demasiado en ir apretando los tornillos de la devoción a doña Ana».

Palabra del Dia

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