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Actualizado: 25 de junio de 2025


De vez en cuando se comunicaban en voz baja las profundas reflexiones que el culto les sugería.

Al mismo tiempo gritó: ¡Madrina! ¡madrina! ¡Venga usted! D.ª Eloisa y la criada se precipitaron en la habitación. En vano trataron de reanimar al moribundo dándole aire después de incorporarle, abriendo el balcón, frotándole los pies con un cepillo, haciendo todo lo que les sugería en aquel momento su imaginación. Era el último ataque de disnea. Abría de vez en cuando la boca.

Ella hubiera preferido a Mesía, que estaba en las mismas condiciones y era mucho más antiguo. ¡Pero Álvaro estaba hecho un salvaje! La trataba como don Saturnino, antes de atreverse; con la finura del mundo y la miraba con la indiferencia fría y honrada con que la miraba el señor Obispo. Estaba segura de que ni al Obispo ni a Mesía les sugería su presencia jamás un deseo carnal.

¡Ah, miseria!... El que había convivido varios años, de un extremo á otro del Atlántico, con un mundo rico, alegre, perfumado, resistiéndose unas veces por prudencia á los caprichos femeniles, entregándose otras con un recato de marino discreto, se veía ahora sin otros admiradores que la vulgarota tribu de los Blanes, sin otras ilusiones que las que le sugería su primo el fabricante, entusiasmado porque los grandes apóstoles del partido se fijaban con cierta simpatía en el capitán.

El estado del enfermo no permitía el movimiento y menos un largo viaje... Pero el telegrama decía vivo ó muerto... El P. Florentino dejó de tocar y se acercó á la ventana para contemplar el mar. La desierta superficie, sin un barco, sin una vela, nada le sugería. El islote que se distingue á lo lejos, solitario, solo le hablaba de su soledad y hacía más solitario el espacio.

Después empezó un examen de doctrina, y le hizo varias preguntas morales y teológicas, á que contestó Clara con sencillez, guiándose por lo poco que sabía positivamente y por lo que su buen sentido le sugería. Pero es el caso que á doña Paulita siempre le parecían mal las respuestas de su discípula.

Todas las consideraciones que su deseo le sugería no bastaban a destruir la gran certidumbre que, sin saber cómo, se le había colado de rondón en el cerebro. Algunos pormenores, que habían pasado para él inadvertidos, adquirieron de pronto alto relieve, se alzaron como antorchas encendidas para guiarle.

El orgullo de doña Beatriz, su decoro aristocrático, que le tenía, aunque nacida en pobres pañales, y sus creencias cristianas, vivas y fervorosas como de persona educada por un sacerdote de ejemplarísima virtud, repugnaban todo recurso que pudiera mancillar; pero su afán de elevarse y de elevar a su familia le sugería, a su ver, medios decentes y honrados por donde lograr riqueza, dignidades y distinciones, con facilidad y sin desdoro ni culpa.

Ahora le tocaba á ella libertarle, como él lo había hecho sacándola de la servidumbre, y una voz interior le sugería la idea y presentaba á su imaginacion un horrible medio. ¡El P. Camorra, el cura! decía la voz. Julî se mordía los labios y quedaba sumida en sombría meditacion. A raiz del crímen de su padre, habían preso al abuelo esperando que por aquel medio aparecería el hijo.

Desde que los días transcurrían para ella en largas meditaciones, la noche en que los dos jóvenes se habían encontrado, le había venido frecuentemente a la memoria, y la escena de la pantalla incendiada, que la había hecho reír primero, le sugería ahora serias reflexiones.

Palabra del Dia

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