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Actualizado: 29 de junio de 2025


No he podido estudiar la Alhambra ni otros monumentos como artista, sino bajo su punto de vista social, único que puede estar á mi alcance. Subiendo la alta colina de la izquierda del Darro, por entre callejuelas estrechas, sucias, caprichosas y casi arruinadas, habíamos llegado al pié de la gran puerta monumental que da entrada á la ciudadela ó vastísima fortaleza de la Alhambra.

Es un pequeño golfo que profundiza unas 27 millas al N. en la costa S. de Mindanao, comprendido entre la punta de Flechas y la punta de Tapian, distantes 40 millas entre . A su parte NO. encierra las sucias ensenadas de Dinas y Pagadián, y en la del SE. se halla el puerto de Pollok y desagua el río Grande de Mindanao.

Verdad que Madrid apenas tenía elementos de defensa contra esta invasión, porque las iglesias de esta villa, además de muy sucias, son verdaderos adefesios como arte. Así es que no podemos alzar mucho el gallo.

Figúrate una gran cocina, instalada en un piso bajo de la calle de La Boetie... Unos hornos soberbios; delante de ellos, una amplia mesa con legumbres preparadas, cacerolas, manteca, etcétera. Delante de la mesa, unas sillas, donde están instaladas unas señoras con sus cocineras; hay allí también jóvenes estudiosos con las manos sucias.

Vestía con elegancia y su traje tenía una forma particular en la cual no reconocía yo la mano de nuestros sastres provincianos. Salimos juntos. Le estoy muy agradecido me dijo mi nuevo amigo. Tengo horror al colegio y me tiene sin cuidado. Hay en él un montón de hijos de tenderos que llevan las manos sucias, a quienes nunca miraré como amigos. Nos tomarán entre ojos, pero me es igual.

Sólo en invierno, las paredes sucias y agrietadas se veían por entre las ramas desprovistas de hoja; pero en cualquiera otra época del año, para ver el molino, había que penetrar en la plazoleta que se extendía ante su puerta, espantar el grupo de ocas y despertar de su cuchitril al perro guardián, siempre gruñendo.

De tanto en tanto, fosos más pequeños cruzan el camino, ocultando en sus sucias profundidades feos arroyos que se deslizan hacia una confluencia clandestina con el gran torrente amarillento que corre más abajo, y acá y acullá vense las ruinas de una cabaña con la piedra del hogar mirando a los cielos y conservando sólo intacta la chimenea.

Algunas daban de mamar a sus hijos. El tipo de todas aquellas mujeres variaba poco: cara redonda y morena, nariz remangada, cabellos negros y ojos negros también, muy salados. Cada cierto número había una maestra, que se levantaba a nuestro paso. La principal del taller nos acompañaba. Desde que comenzamos a caminar por aquel gran salón de paredes desnudas y sucias, observé un chicheo constante.

Los destinos de la humanidad no son desesperantes, pero los lances de los hombres son algo pesados. Al fin siempre seria mejor que las caras domésticas no fueran de cuaresma, que las calles estuviesen limpias, ó que si estaban sucias, no galopasen los caballos á la inmediacion de los transeuntes. Sobre una desgracia viene otra.

Me hace daño vería entre aquellas mujeres sucias y enfermas, no poder hablarla con libertad. Me miran todas, como si fuese un animal extraño. La monja me molesta. Calló un instante, y luego añadió con expresión de vergüenza, empañándose sus ojos de lágrimas: No puedo ir con las manos vacías: la pobre desea flores... se las prometí.

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