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Actualizado: 29 de junio de 2025


El grupo de mujeres se abrió, se ensanchó, se revolvió charlando todas a un tiempo. Volvieron a sonar los chasquidos de las almadreñas sobre las losas húmedas y sucias del pavimento.

En la escalera faltaban rejas, lo mismo que en los balcones, la bóveda de las habitaciones descascarillada, los tabiques resquebrajados, el tillado con agujeros, los cristales, emplomados a la antigua usanza, tan llenos de polvo que apenas consentían el ver al través de ellos; las paredes sucias también y de ellas colgados algunos cuadros oscuros, tan oscuros que no se conocía lo que el pintor había querido representar; las habitaciones, con pocos y antiquísimos muebles maltratados por el uso de las generaciones anteriores.

La parte antigua, tendida hácia la márgen del Mosela y el vértice de la confluencia, contiene los pocos monumentos dignos de alguna atencion, como la catedral y varias iglesias; allí no hay sino calles estrechas, caprichosas, muy irregulares y sucias, y es en esa parte donde se concentra casi toda la actividad industrial y comercial.

Traía por lo común el cabello hecho greñas y aborrascado, las narices llenas de mocos, las manos sucias y el vestido roto y cuajado de lamparones.

Un torrente de palabras, de gruñidos, de sucias interjecciones que expresaban demasiado a lo vivo su disgusto, se escapó de sus labios. Arrojó con furia el cigarro, que en él era signo de gravísima preocupación. Amparo, viéndole tan excitado, se rindió a la evidencia, y preocupada también por el caso le dijo: Quizá no te la hayan robado. Puede ser que la perdieses.... ¿Dónde has estado?

La Mariposa, al reconocer a su nieto, quiso abrazarle, pero se contuvo mirando sus manos sucias por el hediondo cocineo. Maltrana, sofocado por el calor, se sentó en la plazoleta, buscando la sombra de una de las cabañas. La abuela mostró gran asombro por su visita. ¡Quién podía esperarte!... ¡Tanto tiempo sin venir a verme! Desde que hiciste la calaverada con la chica del Mosco...

En la primera parte se ven: casas de menguado y repelente aspecto, calles sucias, tortuosas y estrechas, callejones sin salida, plazas de arcadas sombrías y arquitectura pesada y empírica, torreones góticos y monumentales, numerosas iglesias medio arruinadas pero venerables por sus bellas fachadas cuajadas de trabajos artísticos; miéntras que el aspecto de las gentes y el movimiento mesurado de todos los objetos en las calles y plazas revela la tenacidad de los hábitos, el abandono y la fria austeridad de las costumbres.

No obstante, era correcto: las prendas podían ser como eran, viejas y sucias, pero no le faltaba ninguna de las correspondientes al rango de su traje, que él llevaba con toda majestad y respeto, contrastando singularmente con su miseria y la exigüidad de su persona pues, sobre ser enclenque, era de una estatura reducida a la expresión más mínima la suficiencia, y hasta diría, la importancia que trasudaba.

Solamente hay una tendencia instintiva: ningún freno racional que se oponga. ¿Qué dominio de mismo tiene quien para refrenar su costumbre y pronunciar palabras sucias y obscenas recurre a la intervención de un santo? Falto de voluntad, desprovisto de la idea misma de lucha consigo mismo, ¿cómo puede triunfar sobre mismo?

Maltrana, al llegar a la puerta, tenía que abrirse paso entre dos hermosos galgos de elegante delgadez y otros perros de lanas sucias y colgantes, feos, plagados de parásitos, pero que gozaban de una fama igual a la del amo, por sus sorprendentes habilidades. Dentro se hallaba el Mosco.

Palabra del Dia

rigoleto

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