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Actualizado: 10 de junio de 2025
Algunas entraban con el besugo cogido por las agallas; otras no habían podido traer más que cascajo. Vio a muchas subir con el jarro de leche de almendras, que les dieran en el café de los Naranjeros, y de casi todas las cocinas salía tufo de fritangas y el campaneo de los almireces.
El tiempo mejoraba; la marea comenzaba a subir; las olas verdes y mansas iban cubriendo las rocas, y avanzaban cada vez más cerca de nosotros; el agua entraba por las aberturas de la proa del Stella Maris, se tendía por el plano inclinado de la cubierta y se retiraba con un suave murmullo.
Dándosela usted no sospechará... Además, usted le dirá a doña Casta o a Aurora que le inviten a subir para que oiga tocar la pieza... Quítese usted de ahí... Yo no me meto en esas intrigas. ¡Pobre muchacho! Me pongo de su parte. ¡Qué malo es usted! Más mala es usted... En pago de su infamia le voy a dar una buena noticia.
Ustedes me han auscultado, me han preguntado si me canso al subir escaleras, a lo que yo he contestado que, desde luego, me canso mucho más que al bajarlas, me han obligado a respirar fuerte, y, por último, con un gesto de infinito desdén, me han dicho: ¡Bah!... Usted no tiene más que un simple resfriado...
¡A casa, niña, que vas á coger un resfriado! chilló en aquel momento doña Victorina. La voz les trajo á la realidad. Era la hora de volver, y por amabilidad invitaron á Isagani á subir en el coche, invitacion que el joven no se hizo repetir. Como el coche era de Paulita, naturalmente ocuparon el testero doña Victorina y la amiga, y en el banquito los dos enamorados.
Una filosofía de la conducta, que halla su término en lo mediocre de la honestidad, en la utilidad de la prudencia, de cuyo seno no surgirán jamás ni la santidad ni el heroísmo, y que sólo apta para prestar a la conciencia, en los caminos normales de la vida, el apoyo del bastón del manzano con que marchaba habitualmente su propagador, no es más que un leño frágil cuando se trata de subir las altas pendientes.
En algunas de estas simas se sentía el viento, que movía las florecillas de la entrada; en otras se oía claramente el estrépito de las olas. Saltábamos de peña en peña, y solíamos avanzar hasta los peñascos más lejanos; pero cuando comenzaba a subir la marea teníamos que correr, huyendo de las olas, y a veces descalzarnos y meternos en el agua.
Pues que no lo sea. Arréglate... ¡Ah! Hoy es sábado: los veinticuatro reales del carbonero... En cuanto al maestro de baile, si insiste en subir más cubas, que yo no pago más que lo de costumbre; lo demás es por su cuenta. No me pongas más caldo de gallina, a no ser que el cocinero jefe te mande alguna. Suprimido el cuarto de gallina o el medio pollo.
Pasada la vadera, volvía a subir el terreno, que era un inmenso lastral como los montes áridos que le servían de fondo, particularmente hacia la izquierda.
El cura se fue a poner su sobrepelliz y su estola. Juan condujo a madama Scott al banco reservado, desde siglos atrás, a las dueñas de Longueval. Paulina tomó la delantera y esperó a Bettina a la sombra de un pilar de la iglesia, para hacerla subir por una escalera estrecha y empinada, e instalarla ante el armonium.
Palabra del Dia
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