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Actualizado: 4 de octubre de 2025
Mire usted lo que me encontrado aquí dijo y sacó del bolsillo, entre dos dedos, una liga de seda roja con hebilla de plata. ¿Qué es eso? preguntó De Pas, sin poder ocultar su ansiedad. ¡Una liga de mi mujer! contestó aquel marido tranquilo como tal, pero sorprendido con el hallazgo por lo raro. ¡Una liga de su mujer!
Yo, con tantos años a cuestas: yo, que en toda mi vida no he estado enamorado más que una vez... y por más señas que lo estuve de una buena moza, con quien me habría casado a no haberla sorprendido en chicoleos con el tambor mayor, que... Don Modesto, don Modesto gritó Rosa poniéndose erguida . Honre usted su nombre y mi estado y déjese de recuerdos amorosos.
Si no me engaño, arquero, dijo el barón adelantándose después de mirar atentamente al sorprendido cautivo, acabas de hacer prisionero al noble caballero español Don Diego de Álvarez, á quien tuve la honra de ver un tiempo en la corte de nuestro príncipe.
Se inflamaron de pronto las luces del techo, huyeron máscaras y animales, como un aquelarre sorprendido por la salida del sol, y únicamente quedaron en el comedor los camareros con sus bandejas de helados, comenzando el reparto. Ojeda había mirado varias veces a la mesa cercana, donde comía sola Mrs. Power.
En su gabinete, a las horas que tenía libres, seguía rindiéndole el mismo culto fervoroso y humilde. Miguel había hecho poco caso hasta entonces de aquellas aficiones. Mas un día, al pasar por delante del cuarto de su amigo, viendo por la puerta, que se hallaba entreabierta, una figura tapada con un lienzo, se decidió a entrar. Levantó la tela y quedó gratamente sorprendido.
Traía en pie el cuello del gabán, ajada la camisa, un apabullo en el sombrero, rojos e hinchados los ojos, y trascendíale el aliento a vino trasnochado. Quedóse muy sorprendido y turbado a la vista de Currita, y con la forzada sonrisa del escolar que encubre una picardihuela con una mentira, le dijo: He estado a ver a los antropófagos... En el Jardín de las Plantas.
El padre Tomás, aunque más conciliador, confiesa que le ha sorprendido desagradablemente lo que él llama el fracaso de mi inteligencia y de mi razón. Rehusar un joven ocupado en cuestiones tan elevadas... Y yo, que creía que su conversación había encantado a usted... Me interesó, señor cura, lo que no es lo mismo. El interés está lejos del encanto...
Hacer del matrimonio el ideal de todas las jóvenes es, pues, un grave error, puesto que es condenarlas de antemano a desengaños ciertos... No veo en qué replicó la abuela. ¡Que no ve usted en qué! dijo el cura sorprendido.
Y dígame usted ahora, en conciencia de buen amigo y hombre honrado: ¿hago yo bien o mal en estas cosas? ¿En qué cosas? la preguntó Leto algo sorprendido. En venirme sola a correr aventuras de esta especie... Es pregunta que me he hecho a mí misma muchas veces, y una no más a papá. Y ¿qué le ha respondido a usted su papá? volvió a preguntarla Leto, entrando en más hondas aprensiones.
Muy sorprendido se mostró Longino al oír esto, lo cual agradó sobre manera a don Andrés, porque era prueba evidente del misterio y del disimulo con que él hasta entonces había perseguido a la muchacha. Cuando Longino no había sospechado lo más leve, era indudable que nadie en el lugar lo sospechaba, y que el secreto hasta entonces se había guardado entre don Paco, él y ella.
Palabra del Dia
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