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Actualizado: 4 de junio de 2025
Y efectivamente, al poco rato las techumbres de los vagones temblaban bajo el galope loco de los que se perseguían en aquellas alturas. Era, sin duda, el amigo, a quien habían sorprendido, y viéndose cercado se refugiaba en lo más alto del tren.
Me metí en la cama respetando tu ausencia, tu sueño o lo que fuere; dormí como un lirón, y por la mañana me despertó el piar de los gorriones, cosa que me produjo la ilusión de que estaba aún en el campo; así, que abrí los ojos creyendo ver el verdor, las flores y los pájaros y me quedé sorprendido cuando me encontré, con que desde mi cuarto vi todo eso.
¿Será que mi cabeza descarrila, como dice algunas veces la abuela?... 29 de enero. Esta tarde, me ha sorprendido la abuela registrando el diccionario geográfico. ¿Qué buscas, Magdalena? Nada, abuela... El nombre de una población balbucí ruborizándome de un modo anormal. ¿Qué nombre? Bellefontaine murmuré ocultando esta vez la cara en el libro.
Yo creo que sí. Yo también lo he creído. Sufre... Algunas veces la he sorprendido llorando, y he comprendido la causa de sus lágrimas: he comprendido que estaba enamorada. Un día la sorprendí mirando un retrato. ¡Un retrato! ¿pero de quién? No lo sé. Al verme se puso vivamente encarnada, se volvió y ocultó el retrato en el pecho.
En cuanto a Delaberge sentíase a la vez sorprendido y encantado de la visible simpatía de que le daba testimonio aquella mujer. La escuchaba con placer y sentíase refrescada el alma por la gracia natural del buen sentido y la noble alegría de su vecina.
El bruto, sorprendido de aquel encuentro y de tanta audacia, quedó también sin movimiento, fijando en Stein sus grandes y feroces ojos, inflamados como dos hogueras. El viajero conoció que al menor movimiento que hiciese era hombre perdido.
Yo no salía a paseo porque él no quería; me obligó a no dar la mano a ningún hombre, me quitó el flequillo del pelo, me quitó el corsé... ¿Cómo el corsé? pregunté sorprendido. Sí, señor; el corsé... ¿Uté no sabe? Aquí hay muchos que no quieren que sus novias gasten corsé... porque así gustan menos a los otros... Los amores de Matildita habían terminado de un modo tristísimo.
María respondió Stein sin levantar la frente, como si la infamia de su mujer fuese un peso que se la oprimiera. ¡Y la habéis sorprendido! dijo el duque, pudiendo apenas pronunciar estas palabras, con una voz que la indignación ahogaba.
Quedó el español sorprendido por tales palabras y transcurrieron algunos segundos sin que pretendiese responder á ellas. Su amigo pareció sentir de pronto un gran temor á que el otro contestase, y para evitarlo empezó á relatar su propia historia desde que conoció á Elena.
Es que D.ª Robustiana está llorando y dice que su marido no va á Langreo, sino á Bimenes en busca de una viuda que se llama Celedonia manifestó con graciosa entereza la chica. D. Félix abrió los ojos sorprendido y al instante brilló en ellos una sonrisa maliciosa. ¡Este Regalado! exclamó sacudiendo la cabeza con amable condescendencia.
Palabra del Dia
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