Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 10 de junio de 2025
Dios sabe cuántas proposiciones habría perdido la niña por culpa de aquel hombre, que gozaba todas las intimidades de un novio, sin decidirse nunca a serlo. Pero Conchita se mostraba sorda a los consejos de mamá. Ella lo pescaría; los hombres que las echan de listos caen cuando menos lo esperan: todo era cuestión de tiempo y de presentar buena cara.
La multitud se mostraba sorda; quería que fuese todo propiedad de la «señorona», para de esta manera satisfacer su cólera sin escrúpulos. Y continuaba dando gritos, en los que se repetía la palabra infamante. De pronto, Robledo, que braceaba sobre su caballo dando órdenes inútiles, consiguió hacerse oir. Los asaltantes parecían cansados.
Su madre era la que hablaba con más frecuencia. Tòni repetía con voz sorda las mismas excusas: «No sé. El capitán va á llegar de un momento á otro...» Pero al verse fuera del salón y de la casa, estalló su cólera contra él mismo, contra su maldito carácter que no sabía mentir, contra todas las mujeres, malas y buenas. Creía haber dicho demasiado.
Un lento trabajo que venía minando desde mucho antes, con labor sorda y subterránea, la parte inconsciente de Ferragut hizo de pronto explosión. Siempre que veía á la viuda, este inconsciente se agitaba, presintiendo que la había conocido mucho antes del viaje trasatlántico. Ahora, bajo una luz de fantástico resplandor, los vagos pensamientos se precisaron.
Después de tres días Nébel decidió aclarar de una vez ese estado de cosas, y aprovechó para ello un momento en que Lidia no estaba. Hablé con mi padre comenzó Nébel y me ha dicho que le será completamente imposible asistir. La madre se puso un poco pálida, mientras sus ojos, en un súbito fulgor, se estiraban hacia las sienes. ¡Ah! ¿Y por qué? No sé repuso con voz sorda Nébel.
Desde que desperté, durante aquella mañana, una inquietud sorda comenzaba de nuevo a invadir mi alma.
Lucía fue derecha al rojo reverbero del estanco, y acercándose a la caja de madera que hacía de buzón, echó en ella la epístola. Al punto mismo, sintió, como una tenaza que le oprimía el brazo y se volvió. Miranda estaba allí. ¿Qué es esto? murmuró él con voz sorda . Sola... aquí.... ¿qué haces? Nada... pronunció ella balbuciente. ¿Nada? ¿pues no acabas de echar una carta en el buzón?
Ella sola se llevaba medio tocador, y después, para hacerla entrar en la perfumería, había que importunarla toda una semana. La toilette acabó con poca alegría. Las deficiencias del tocador habían malhumorado a las dos hermanas. Lanzábanse miradas de sorda hostilidad.
Y a las pocas palabras de simpatía que le dirigí, respondió con la misma voz sorda y ahogada. Todo lo he perdido... No tengo ya a nadie. ¿No le queda a usted su padre? Levantó los párpados y, olvidando su timidez, me miró de frente. Mi padre... ¿Está enfermo, no es verdad? ¡Qué ojos!
Con esta explosión de las ingenuidades de Sagrario, cuatro mordiscos de la lima sorda de Leticia, y media docena de comentarios de la neófita, no tan cortos de alcance como pudieron creer sus amigas, tomándolos en toda su apariencia, terminó aquella entrevista, que no la enseñó mucho más de lo que ella sabía o sospechaba.
Palabra del Dia
Otros Mirando