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Actualizado: 10 de junio de 2025


Algunos oyentes, los más sombríos, sonreían con gesto compasivo oyendo sus maldiciones a la fuerza y sus himnos a la dulzura y al triunfo por la resistencia pasiva. Era un ideólogo, al que había que oír porque servía a «la causa». Ellos, que eran los hombres, los luchadores, sabrían en silencio aterrar a la sociedad maldita, ya que se mostraba sorda a la voz de la Verdad.

No debió la sirvienta ser muy sorda á las proposiciones del de los hábitos, por cuanto éste prometióle, en ciertas entrevistas, que si se ablandaba le daría cien ducados y le proporcionaría un marido que ni de perlas.

No era ella, era su cuerpo el que llevaban de iglesia en iglesia. Y volvió la inquietud honda y sorda a minar su alma. Esperaba ya otra época de luchas interiores, de aridez y rebelión.

Desengaño; sorda cólera al ver que la realidad era muy distinta de la ilusión; seguramente olvido. «No, novio mío... noDespués del almuerzo, Fernando no quiso buscarla. En vano pasó Mina repetidas veces ante una ventana del jardín de invierno junto a la cual tomaban café Ojeda y su amigo. Mostraba él un visible deseo de no reparar en los paseantes.

Siguió caminando un rato en silencio, y por fin, sacando unos papeles del bolsillo, se los entregó diciendo con voz sorda: Si perezco, déle usted esto al señor Benito. Dos lágrimas asomaron a sus ojos al mismo tiempo. ¿El señor Benito el Rato? preguntó Peña. Don Rudesindo no le oyó. Se había escapado ya por la carretera adelante para ocultar su emoción.

Entre ellos andaban enajenados los ánimos con ciego rencor i enemiga: los unos por verse puestos en esclavitud i miseria: los otros por recibir continuamente i á la sorda daños de los mismos que tenian oprimidos en pesado cautiverio.

No sólo hizo esto, sino que también, sin dar parte a su hermana, fué a la contaduría del teatro Real y tomó un abono de butaca cerca de la platea de Osorio, en el mismo turno. La intimidad creció pronto entre ellos, gracias a los esfuerzos de Raimundo. Porque su hermana, aunque elogiaba también la amabilidad de su nueva amiga, oponía una resistencia sorda y pasiva a frecuentar su trato.

"Alguna correspondencia de colegiala, pensó; dulces y sencillos secretos de la infancia." Desdobló uno de los pliegos y le echó una mirada, sin intención de leerlo. Pero aquella letra de hombre cambió enseguida sus disposiciones. Sintió primero asombro, después sorda irritación y por último un ardiente deseo de saber lo que aquello significaba.

Fueron así separándose; del cuñado pasó la antipatía a la hermana, Gregoria, que se ponía siempre del lado del marido, y que con su genio altanero lo echaba todo a perder, y se declararon una guerra sorda, agravada por las demoras de la testamentaría y la actitud insolente de Bernardino, que tomaba disposiciones sin la intervención de los herederos, estallando durante la enfermedad de Pilar.

¡No te acerques á la Parda, que es muy traidora! ¡Veréis, veréis la Garbosa cómo empieza á hacer de las suyas; ya le está metiendo los cuernos por el vientre á la Salia! Y no sólo los pequeños, sino también los grandes de la aldea rodeaban el rebaño y daban su opinión con voz sorda y ademán recogido y suficiente, no á gritos descompasados como la plebe menuda.

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