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Actualizado: 2 de junio de 2025


Su estatura y su elegancia era lo único que la hacía destacar sobre la muchedumbre. Y bajo la curiosa y ávida mirada de todo el mercado, Rafael sonreía frente a ella, admirándola fresca, sonrosada, con la viveza de la ablución matinal, esparciendo un perfume indefinible de carne sana y fuerte que embriagaba al joven.

Aquello era toda su fortuna, el nido que cobijaba a lo más amado: su mujer, los tres chiquillos, el par de viejos rocines, fieles compañeros en la diaria batalla por el pan, y la vaca blanca y sonrosada que iba todas las mañanas por las calles de la ciudad despertando a la gente con su triste cencerreo y dejándose sacar unos seis reales de sus ubres siempre hinchadas.

De vez en cuando tiraba los platos al fondista, respondía prontamente a los insípidos chistes de los huéspedes, y producía en la clase del domingo una sensación tan en absoluto contraria a la monotonía y placidez ortodoxa de aquellas instituciones, que por respeto y deferencia a los almidonados delantales y moral inmaculada de los dos niños de cara sonrosada y blanca de las primeras familias, el reverendo señor no tuvo más remedio que expulsarla.

Todavía está a la mitad y ya se está cayendo. Primero te caerás . Es mío afirmó la señora de Santa Cruz avanzando más y poniendo la palma de la mano sobre el pupitre . A ver, rico avariento, usted para la obra de Dios. ¡Otra! Ya he dado unas vigas que valen cualquier cosa replicó Manolo, mirando embelesado, tan pronto la cara de la mendicante como su mano de ángel, sonrosada y gordita.

Todas son elegantes, todas son bonitas, todas son muy blancas, la institutriz de marras inclusive, que, además de muy blanca, es muy sonrosada, ¡una manzanita! ¡Pero aventaja a todas también ese diablillo de Mariana! ¡Mariana! de puro rostro oval, mate blancura, grandes ojos en que voltejea la ironía y pequeños dientes de roedor.

Así lo hizo con más orgullo que vergüenza, y apartó las sábanas, dejando ver la carita sonrosada y los puños cerrados del tierno niño. «¡Cuidado que es bonitodijo Ballester inclinándose . Tiene a quien salir por una y otra banda. Dos horas hace que está tan dormidito. ¡Qué ángel! ¡Y si viera usted qué pillo es, y qué tragón! Viene determinado a darse buena vida.

Pusieron una diadema sobre su frente; en sus pequeñas orejas, a guisa de zarcillos, dos gruesos solitarios asidos a sendos y sutiles aretes; junto a los hombros y en las finas muñecas de los desnudos brazo y en las gargantas de los pies ligeros, brazaletes y ajorcas; y varios anillos en los afilados dedos de las manos y también en los dos dedos gruesos de ambos pies, cuyo admirable dibujo no estragó jamás rudo calzado de cuero, y cuya desnudez dejaba ver la nítida blancura de la piel sonrosada y el limpio nácar de las pulidas uñas, sobre las elegantes sandalias.

Isidora rompió a reír, y después, haciendo gala de uno de sus talentos más brillantes, el de retratar en cuatro rasgos a una persona, se explicó así: «¿No le conoces? Si le hubieras visto alguna vez no le olvidarías. Es un galán viejo con la cara sonrosada.

En sus juegos de niño, Al descender ufano Del tronco envejecido de un manzano, Miraba con cariño El fruto más hermoso, Que a me regalaba generoso, Y muy sério decía: "Es pequeña, redonda, Y parece una cara de muñeca Sonrosada y moronda... Y yo, en vez de comerla, le pondría Ojitos". Y, apesar de alguna mueca, Convertía aquel fruto En busto de cupido diminuto.

A un lado avanzaba el Cap-Martin, repeliendo el asalto de las olas, círculo de corderos blancos que se sucedían incesantemente surgiendo de las praderas azules; más allá, la costa de Italia, sonrosada por la melancolía de la tarde; y en el extremo opuesto, el Cap-d'Ail y el Cap-Ferrat, sobre cuyos lomos abullonados de verde por las arboledas y moteados de blanco por las «villas» empezaba á extenderse el sudario de oro que debía envolver la muerte del sol.

Palabra del Dia

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