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Belarmino, con gesto resignado e indiferente, lo abre y lo lee. Pero, apenas lo lee, se pone blanco. Una lágrima palpita en el borde de sus pestañas. Se pasa una mano por la frente. ¿Sueño? ¿Estoy soñando? Yo, ¿soy yo? No me facturan las beligerancias, la inquisición, el pongo y quito de los comensales. Resurréxit. Aleluya.

¡Yo! exclamó Fortunata, que casi perdió el miedo con el empuje de la verdad que quería salir . Yo... ¿ahora? ¿Está usted soñando? ¡Si hace un siglo que ni siquiera le he visto...! ¿De veras? preguntó la santa, guiñando los ojos.

Belarmino creyó estar soñando. ¿Era aquélla la voz de un ángel acatarrado? ¿No hay cristiano o alma humana en este recinto? volvió a hablar la voz de flautín, sonando siempre al nivel del cielo raso. Oyéronse a continuación unas palmadas retumbantes, como el tableteo de un trueno. Belarmino, ¿estás ahí? rugió Xuantipa, desde las habitaciones interiores.

Pero como su actividad era grande, y se dilataba muy más allá de los límites de Villafría y aun se prolongaba de un modo infinito, venía a resultar que lo más íntimo y esencial de su vida, lo que más la afectaba no estaba en Villafría, y, por consiguiente, no estaba en ninguna parte. Por esto, sin ser ella soñadora, vivía como soñando.

Por último, la muerte del pallador, viudo y solitario, está llena de dulce tristeza o más bien de esperanza consoladora. .............Un instante Fijos los ojos en el techo obscuro Pareció que hondamente agradecía La bondad del Señor. Después, ya muerto, Se quedó cual soñando en lo futuro, Y se asentó la paz en su semblante. En suma, el Nastasio del Sr.

La casa, hasta entónces triste, de Jucef ardió en saraos, en zambras y en regocijos, y entre el giro acompasado de indolentes bayaderas, resonó sentido y largo, como el suspiro del viento de la palma en el penacho, al compás de guzlas de oro, el melancólico canto del desierto, que suspira el beduino cansado, que sigue á la caravana en sus amores soñando.

El viajero que no está habituado á esas escenas, que viene de las soledades del Nuevo Mundo y trae nociones y recuerdos enteramente exóticos en esa Babilonia del comercio, cree asistir á una representacion fantástica, vivir soñando ó contemplar, al traves de los lentes de un cosmorama, una coleccion extravagante de dibujos chinescos ó de figuras producidas por el delirio de un artista invisible y febricitante.

Ora se pone uno á vagar, soñando y recordando mil historias, bajo la sombra espesa de los bosquecillos de naranjos, limoneros y granados, donde se siente la embriaguez deliciosa que producen el azahar y el jazmin, la albahaca y las rosas en profusion.

¡Escuchad, señor cura; vuestras explicaciones no son muy claras, y hay tanta vaguedad en mis ideas!... Todo esto es tan extraño continué como soñando. Por último, explicadme ¿por qué el amor excita vuestra indignación? Basta, Reina dijo el cura fuera de . Tienes un modo de formular las preguntas que es imposible responderte.

Nuestro encuentro, hoy mismo hace treinta años, fué en la Alhambra..... Allí estaban ya reunidos, soñando también con la gloria, los demás que de cerca ó de lejos habían de acompañarnos en la peregrinación.