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Es una vergüenza, pero no puedo contenerme: , aquí, en este cuartito, he vivido soñando... ¡qué ilusiones! ¡para llegar a esto!... ¡en marcha y tener valor! Salió, descendió de puntillas y miró por los vidrios de la puerta del comedor a don Pablo Aquiles, de espaldas, sentado; tenía la cabeza sobre la mano, y esta mano pasaba, de vez en cuando, por sus ojos y por su frente.

En la flor de tus labios adivino algo ideal que tu hermosura viste, mientras, soñando en ellos, bebo el vino de un ensueño de gloria que no existe. Lo imposible es un ala que nos roza creando en el dolor fuertes enojos. ¡Ay! No poder volver hasta mi choza, llevando la presea de tus ojos!

Horas y horas, hasta el crepúsculo, pasaba soñando despierto, en una cumbre, oyendo las esquilas del ganado esparcido por el cueto ¿y qué soñaba? que allá, allá abajo, en el ancho mundo, muy lejos, había una ciudad inmensa, como cien veces el lugar de Tarsa, y más; aquella ciudad se llamaba Vetusta, era mucho mayor que San Gil de la Llana, la cabeza del partido, que él tampoco había visto.

Belarmino dijo para : «Pues, señor, no estoy soñandoEncendió una cerilla, y a poco se cae de espaldas. Tenía ante una mole que casi tocaba con el techo. Presto se recobró y se percató de la realidad verdadera.

A veces, soñando, soñando, y viendo cosas que no existen, es decir, que existen en otra parte, me pregunto yo: ¿Pero no podría suceder que algún día tuviera yo una casa magnífica, elegante, con salones, estufa... y que a mi mesa se sentaran los grandes hombres... y yo hablara con ellos y con ellos me instruyera?. ¿Por qué no ha de poder ser?

Carmen, sin hacer caso de la lámpara, del golpe, ni de la injusticia de aquellas palabras, preguntó: ¿De qué padre? De mi hermano; del simple de mi hermano, que estaba «poseído».... La niña había oído únicamente de mi hermano, y, de rodillas como estaba, juntó las manos con transporte, soñando. ; es cierto..., es cierto....

Eran las doce muy corridas e la rua estaba negra como malos pecados, cuando dos gentiles hombres así fablaban en puridad andando su camino: Paréceme, amigo Egas, que no andades tan suelto por la calle sonando la queda como a sol tendido.

Al volver á la vida exterior, la voz de Novoa seguía sonando con cierto misterio ante el obscuro horizonte, perforado arriba por las punzadas de las estrellas, ondeado abajo por la fosforescencia de las olas. El príncipe le había impulsado á hablar del mar como regulador y origen de la vida.

Sintió dentro de su ser algo que se desgarra y cae. Había olvidado por completo que llevaba consigo el cuerpo divino del Redentor. Le pareció una cosa tan extraña, tan fuera de la realidad eterna que veía y palpaba, que imaginó estar soñando. Y sin saber de qué antro oscuro de su ser venían, le acometieron unas ganas feroces, impías, de soltar la carcajada. ¿Qué comedia era aquélla?

Estoy soñando... Todo lo que veo es mentira, ilusión. PANTOJA; DON URBANO, el MARQU