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Actualizado: 20 de mayo de 2025


El chico de la taberna los sirvió prontamente mirando al mismo tiempo con temor y curiosidad las barbas insólitas y el rostro espantable del paisano. Nadie más que él llevó a los labios el vaso. Aguardaron allí largo rato. Reynoso con los ojos en la mesa y la mano en la mejilla permanecía en una actitud de indiferencia desesperada.

No veía Salinas gran porvenir para él en el estado seglar y así se decidió por el eclesiástico, haciendo un viaje á Florencia, punto en que residía un su hermano, y á Roma, donde permaneció algún tiempo, y consiguió del Papa una canongía en Segovia, que sirvió ya de sacerdote, según apuntan sus biógrafos.

No por esto le asustó su condición de soldado raso mientras sirvió de asistente a su coronel. El cómo y el cuándo no preocupaban a Simón gran cosa. Gustábale mucho viajar de pueblo en pueblo y de ciudad en ciudad; y viendo aquí y escuchando allá, fue familiarizándose con ciertas cosas y acontecimientos, pero sin enamorarse de ellos.

El sargento Gómez y Regnier mi maestro inolvidable más tarde, en los días en que ya la fortuna comenzó a sonreírme y que me sirvió de guía para penetrar en el bajó mundo social de Buenos Aires, cuyos misterios haré desfilar ante la vista de mis lectores en cursó de estas Memorias me fueron enseñando poco a poco a distinguir los caracteres de las cosas que como en un caleidoscopio pasaban ante mi vista.

La corona de laurel que adornaba sus sienes sirvió para que la reconociesen hasta aquellos que habían llegado recientemente á la capital. Es Golbasto; es el poeta decían todos mirándola con admiración.

No, para mondar la manzana.... Eso ya es inverosímil. Lo mismo opinan Beltrand y la orquesta. ¡Cielos! monda la manzana; ¡es la marquesa de Pompadour!... ¡de Pompadour!... Ana soltó el trapo. Rió de todo corazón el disparate del académico y la gracia de su marido. «La verdad era que Quintanar parecía otro». Petra sirvió el . ¿Ha vuelto Anselmo de Vetusta? preguntó el amo.

En esto, les sirvió de peine unas manos, que si los pies en el agua habían parecido pedazos de cristal, las manos en los cabellos semejaban pedazos de apretada nieve; todo lo cual, en más admiración y en más deseo de saber quién era ponía a los tres que la miraban.

Unos mudos los viniéron á servir, y les traxéron de comer. Bien se puede presumir si seria el mudo de la reyna el que sirvió á Zadig. Dexáronlos dormir solos hasta el otro dia por la mañana, que era quando habia de llevar el vencedor su mote al sumo mago, para cotejarle y darse á conocer.

Aquella especie de amistad severa y dulce, al mismo tiempo que unía a Josefina con el cura, la sirvió para una trasformación extraña; pero lo que Lázaro había provocado en la niña, más que una trasformación era el desarrollo de cuanto fecundo puede haber en el corazón humano. Poniéndola en condiciones de distinguir, casi intuitivamente, lo bueno de lo malo, cumplió la preparación necesaria en ella para apreciar la diferencia que existía entre hombres como Félix Aldea y caballeretes como los que hasta entonces había tratado. Con todo lo que de Lázaro escuchó, de sus instintos, sentimientos, ideas, y juicios, se formó Josefina una imagen que, sin reflejarse en su fantasía por entero, ni llegar a personificarse en una figura, prestó a las impresiones la suficiente cohesión para engendrar la aspiración indeterminada de un ideal en que se daban juntas y cumplidas las buenas cualidades del cura y las promesas de futura dicha, ya evocadas en el corazón de la mujer. Para realizarlas estaba Lázaro incapacitado. Ni por un momento cupo en Josefina la idea de que coexistieran en él las dos personalidades de hombre y sacerdote; pero cuanto se desprendía de su trato vino a formar algo como la fórmula de la ventura soñada, la profecía desinteresada de bienes que él no podría otorgar, pero que en él estaban visibles a los sentidos, aunque negados para siempre a la posesión o al goce.

Su padre, Antonio de Guardo, era rico carnicero que abastecía de víveres los mercados de la Corte, circunstancia que sirvió de base para que se mofaran de Lope sus enemigos, con el terrible Góngora a su cabeza. Doña Juana llevó en dote al matrimonio más de veintidós mil reales.

Palabra del Dia

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