Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 10 de julio de 2025


Todos los sillones del paseo estaban ocupados. Las damas, vestidas de blanco, gozaban el bienestar de una leve frescura después de las angustias sufridas en el salón. Circulaba impreso el programa de las fiestas con las que se solemnizaba el paso de la línea: cuatro días de banquetes, conciertos y juegos atléticos.

Sánchez Morueta, después de una hora de incesantes paseos, se dejó caer en uno de los sillones ingleses, anchos y profundos, tocando antes un botón eléctrico. Entró un ordenanza con aire azorado. Tráeme un café.... pero bien fuerte.

Desde mucho antes caminaban los madrugadores por la azulada penumbra de la cubierta, saludándose al paso y comunicándose noticias de la noche anterior. Algunos, vestidos con pijamas o medio desnudos bajo un largo gabán, descendían del gimnasio y se deslizaban rápidamente en busca de sus camarotes. Aparecían las primeras señoras, yendo tras breve paseo a arrellanarse en los sillones.

Acababan de doblar la curva del paseo en la parte de proa, y toda la calle de estribor se ofreció ante sus ojos. Maltrana se detuvo, viendo los sillones despegados de la pared y esparcidos hasta obstruir el paso.

Eran de otra época los muebles que la acompañaban, la suntuosa y maciza cómoda de manijas talladas, los sillones altos como sitiales; de otra época los grandes marcos de un oro ya sin brillo: en las telas agrietadas, los rasgos expresivos de las caras habían comenzado a borrarse, y la sonrisa de estas caras, alguna llena de hermosa juventud bajo lo anticuado del atavío, parecía velada de pesadumbre, como por la conciencia larga de la muerte.

Eran los de todas las naciones en cuyos puertos tocaba el buque, añadiéndose a ellos los de Paraguay y Chile. Una cúpula de cristales de colores elevábase sobre el artesonado de oro obscuro. Profundos sillones de cuero se agrupaban en torno de las mesas de roble.

La sala de lo criminal de la audiencia de Lancia era una pieza rectangular, grande, oscura, polvorienta. Allá en el fondo, debajo de un dosel de damasco marchito, estaban sentados en sendos sillones de terciopelo los tres magistrados que componían el tribunal. A un lado, el acusador privado, con una mesa delante. Enfrente el defensor. El relator en pie, frente al tribunal.

Luego les mostró el salón amueblado igualmente con exceso, pues había que marchar tortuosamente entre tantos sillones y mesillas y un dormitorio, que parecía pertenecer por lo vistoso á una hembra de vida galante. En todas estas piezas se notaba el rudo contraste entre la suntuosidad abrumadora de los muebles y la modestia de los tabiques, cubiertos de un papel ordinario.

¡Pronto, pronto, una silla! grita la vieja a su niña. ¡Abre los postigos! dice el viejo a la suya. Y agarrándome cada cual por una mano, lleváronme de un trote a la ventana, abierta de par en par, para contemplarme mejor. Acercan los sillones, me instalo entre ambos en una silla de tijera, colócanse detrás de nosotros las dos niñas de azul, y comienza el interrogatorio.

Había un escritorio de caoba entre unos bonitos muebles y sillones de terciopelo. Había también cuatro cuadros con marcos dorados. Pero el objeto en que Marta fijaba los ojos, era un cofre con fuertes herrajes que estaba al pie del pupitre.

Palabra del Dia

malignas

Otros Mirando