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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Entonces el tabernero, apoyando las pesadas manos rojas en los brazos del sillón, se levantó resoplando como un becerro y fue a colocarse delante del cartelón, con los brazos cruzados sobre su enorme grupa.

Godfrey, sin embargo, no reparó en aquel movimiento y se dejó caer en su sillón. Juana ya estaba en la puerta con la hirviente caldera. Decid que se retire, ¿queréis? repuso Godfrey. Y cuando la puerta se volvió a cerrar, trató de hablar con más claridad.

Para hacer testamento á mi gusto, necesito tener un hijo, y vengo á que vos me deis ese hijo. Púsose en pie de un salto el conde de Haro. El duque de Gandía no se movió del sillón en que estaba sentado. , señor, vengo á que me deis un hijo por medio de una de vuestras hijas.

No bien hube terminado mi frase, el cura enjugando su rostro, sobre el que gruesas gotas de sudor corrían, echose hacia atrás en su sillón y con ambas manos sobre el vientre, se entregó a una homérica risa, que duró tanto, que me hizo saltar lágrimas de contrariedad y de despecho.

Había además tres o cuatro banquetas forradas de lo mismo y en idéntico estado, una estantería de pino llena de legajos, una caja pequeña de valores, una mesa de escribir antiquísima de nogal y forrada de hule negro, y detrás de ella un sillón tosco y grasiento donde se hallaba sentado el jefe de la casa. Aquel pequeño departamento estaba esclarecido por una ventana con rejas.

Don Román, severo e irascible, dictó nuevas órdenes, amenazó con duros castigos, y luego, haciendo un gesto de dolor, pronto borrado por una expresión resignada de tristeza, vino al estrado. Siéntate, siéntate aquí, en este sillón. ¡Qué gusto me da verte! Cuando te fuiste creí que no me volverías a ver.... Estoy ya muy viejo. ¿No me ves? En Febrero cumpliré los setenta y dos.

Es que voy a salir. ¿A dónde? Entra y te lo diré. Penetró don Pablo en el comedor, y sin quitarse el sombrero ni el abrigo, muy risueño, sentóse en el sillón de costumbre, y mirando a su hermana, dijo: Adivina la gran noticia que traigo... No ...

Después guardó la cartera, cerró el cajón, y recostándose en el sillón, permaneció largo rato ensimismado y como abstraído por sus pensamientos.

Doña Blanca siguió silenciosa, lanzó una mirada al Comendador, entre iracunda y despreciativa, y se dejó caer de nuevo en el sillón, como aplanada. Entonces se sentó el Comendador en una silla, y prosiguió hablando. Mi resolución dijo, es irrevocable.

Margarita había vuelto á su recámara. Afortunadamente dijo la reina, sentándose de nuevo en el sillón que había ocupado antes , la lucha podrá ser peligrosa, pero hemos apartado de ella la deshonra, gracias á ese noble joven. Noble, y muy noble dijo doña Clara : ¿le ha visto bien vuestra majestad cuando estaba hablando conmigo?

Palabra del Dia

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