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Actualizado: 1 de junio de 2025


¿Qué importa que un hombre sea bueno o malo, si no es cristiano? preguntaba Echaide, furioso. Hombre, importa. No importa nada replicaba el otro . Nada. Si no va a misa, no se puede salvar. Garmendia les mortificaba continuamente. Lo mismo Echaide que Argonz eran muy aficionados a la sidra y al chacolí, y a toda clase de licores.

Ciudad de guarnición, hija mía, célebre por su riqueza y su buen gusto artístico... Los hombres son allí un poco zorros, pero serios; se puede contar con ellos... En cuanto al público, es como la sidra del país, tan pronto dulce como agria... Eso depende de los años. ¡Buen viaje, amiguita, y que sea usted exacta en los pagos.

Bebieron el espeso vino de Toro traído en odres desde Castilla al través de las montañas que separan á esta región de las Asturias por el propio Martinán que ahora lo servía loando sin cesar su pureza y sus virtudes. Bebieron aún con más placer la sidra de la pomarada de D. Félix.

¡Vamo, hombre, no seas guasón! exclamó Celso, que por haber estado en el servicio militar tres años había llegado al pueblo hablando en andaluz. Á ti te molerán lo que tengas que moler, como á too María Santísima. ¡Si pensarás que te han de dar más arriba del cogote! Yo no dónde me darán, pero certifico ¡puño! que antes de darme he de dejar dormidos á muchos de ellos. , á fuerza de sidra.

La fabricación de la sidra era aquí un asunto de capital interés. Primero se recoge la manzana de los árboles, y en esta tarea no hay quien aventaje á las zagalas de mi pueblo natal.

Vendía la sidra á los taberneros de la Pola y Langreo y vendía también los sobrantes de la huerta. Hasta tenía tiempo y humor para cultivar un número crecido de flores que eran el asombro y regocijo de las doncellas de Villoria. Al poner el pie en la plazoleta que había delante de la casa, dos perros salieron furiosos ladrando. ¡Quieto, Faón! ¡quieto, Safo! gritó el capitán.

A los acordes de éste la gente empezó a reunirse en el corredor donde se hizo una tertulia en que el piano alternaba con la guitarra, mientras Melchor atendía a todos, como dueño de casa, haciendo servir algunas botellas de sidra espumante. Llegó luego la hora de las carreras que debían empezar por la del premio ofrecido por Lorenzo y en la que tomarían parte cinco caballos.

Por el medio cruzaban á cada instante buhoneros, tenderos, vendedores de vino y sidra que, alojados ya en las casas de algunos vecinos, llevaban sus mulas á beber al río. Y entre las mozas trashumantes y los jóvenes indígenas se cambiaban frases más ó menos galantes y bromitas más ó menos ingeniosas.

Como ya el sol declinaba, después de haberle enseñado un lagar, que acababa de construir para la sidra, D. Restituto llevó de nuevo a su penitente a casa y le convidó a chocolate. Pero el excusador no se sentía aún bien. Además tenía prisa. Rehusó todo convite y emprendió el camino de Peñascosa. El cura le acompañó un buen trecho.

13 Mas Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y la tuvo Elí por borracha. Digiere tu vino. 15 Y Ana le respondió, diciendo: No, señor mío; mas yo [soy una] mujer acongojada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante del SE

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