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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Pronto, según acabamos de indicar, empieza a conseguir ciertas síntesis puramente técnicas con que antes nadie soñó: en el mismo cuadro de Los borrachos, donde aún no ha perdido toda su pasada dureza y sequedad, inicia la separación entre el contorno de las figuras y el fondo; su paleta se simplifica y se ve ya el fruto maduro, a cuya creación han contribuido sus facultades nativas, los medios de estudio y el caudal de observación que pudieron facilitarle las obras de algunos maestros reunidas en Madrid y en El Escorial.
Al fin, el hombre práctico, el enemigo de las divagaciones, cumplía su promesa, y el estilo de la carta tornábase conciso, con una sequedad comercial.
Si te pesa que se gaste de tu dinero, puedes vender las casas dijo Clementina con desdeñosa sequedad, volviendo a ponerse pálida. Es que si se vendiesen, mañana sería yo responsable con mi dinero de su importe. ¿No sabes eso? Firmaré cualquier papel diciendo que no se te haga cargo de nada. No basta, querida, no basta. ¿De mantenerme, verdad? dijo ella con ironía amarga.
El romadizo, el coriza, el estornudo, se manifiestan con una especie de fiebre catarral, con epistaxis algunas veces, que indica sequedad y sobreviene cuando se suena la nariz con fuerza. Los labios están secos, rodeados de una zona rugosa con prurito, y las encías, que están hinchadas, dan sangre al menor frote.
Y sin embargo, es bien sencillo, señorita; si la desilusión del bien, la duda y la sequedad del alma son los más amargos frutos de la experiencia de una larga vida, nada merece más compasión en el mundo, que un corazón herido por la desconfianza, antes de haber vivido.
¿Qué quieres hacer? dijo Hullin con sequedad . ¿Quieres rendirte? ¡Rendirme! exclamó el contrabandista . ¿Me tienes por un cobarde? Entonces, explícate. Esta noche salgo para Falsburgo. Arriesgo el pellejo al atravesar las líneas enemigas, pero prefiero eso a cruzarme de brazos aquí y perecer de hambre. Entraré en la plaza a la primera salida o trataré de ganar una poterna.
El sol había derretido su pintura; las tablas se agrietaban y crujían con la sequedad, y la arena, arrastrada por el viento, había invadido su cubierta. Pero su perfil fino, sus flancos recogidos y la gallardía de su construcción delataban una embarcación ligera y audaz, hecha para locas carreras, con desprecio a los peligros del mar.
Las habían recogido juntos, y al hacerlo sus manos trémulas y ávidas se encontraron entre el follaje. ¡Eh... dejar algunas! les gritaba inútilmente Ana. Amparo comía sin saber qué, por refrescarse la boca, donde notaba sequedad y amargor. Borrén miraba el grupo paternalmente, con ojos lánguidos de carnero a medio morir. La Tribuna pedía cuentas; Baltasar estaba por todo extremo obediente y cortés.
La única cosa de que se le podría acusar es de una cierta frialdad de alma esa impasibilidad egoísta del célibe, a quien la vida ha hecho sufrir poco y que no está dispuesto a comprender los sufrimientos de los demás. En Delaberge, este defecto débese menos a una natural sequedad de corazón que a las particulares condiciones en que su infancia y su juventud se desenvolvieron.
Aunque ese es un turco y Vd. todo un caballero, lo cual explica que Vd. me hable siempre con indiferencia o sequedad, como me consta que no es Vd. hipócrita ni intolerante, sino que tiene Vd. manga ancha y caridad para ciertos pecados, no me cabe la menor duda de que cuando Vd. me trata con el... con el desvío, con la antipatía, que me demuestra, es porque tiene de mí muy mala idea.
Palabra del Dia
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