United States or Hungary ? Vote for the TOP Country of the Week !


Se inclinaba hacia ella como si no la oyese bien, y Nélida, por su parte, descansó un brazo en el sillón de Fernando, gozosa de sentir su epidermis en casual contacto con una de sus manos. Hablábanse sin mirar a los que transcurrían junto a ellos, sin reparar en sus ojeadas de sorpresa y sus cuchicheos de comentario.

Á veces deteníase Ratón Pérez en alguna encrucijada, y exploraba el terreno antes de seguir adelante: todo lo cual puso al rey Buby un poco nervioso y de mal humor, porque llegó á sentir desde el hociquito hasta la punta del rabo ciertos ligeros escalofríos que le parecieron señales de miedo. Acordóse, sin embargo, de que El miedo es natural en el prudente, Y el saberlo vencer es ser valiente,

Creía aún sentir el estremecimiento que le producía el suave tintineo de las llaves, abandonadas con la confianza de una autoridad sin límites en la cerraja de un mueble antiguo donde guardaba Doña Bernarda sus ahorros. Así ocultó con mano trémula en sus bolsillos todos los billetes guardados en los pequeños cajones. Temblaba de emoción al consumar el acto audaz.

Me llamo, pues, Fígaro; suelo hallarme en todas partes; tirando siempre de la manta y sacando a la luz del día defectillos leves de ignorantes y maliciosos; y por haber dado en la gracia de ser ingenuo y decir a todo trance mi sentir, me llaman por todas partes mordaz y satírico; todo porque no quiero imitar al vulgo de las gentes que, o no dicen lo que piensan, o piensan demasiado lo que dicen.

Y quiero en mi rostro sentir de los vientos ósculos ardientes que sepan de amor, y en mi mente loca tejer pensamientos tan bellos que halaguen mi alma, mi alma en flor. Porque necesito decirme a mismo que el dolor no existe, que es pura ilusión, que sólo germina el laudable altruísmo de todos los hombres en el corazón.

Hay una, en mi sentir, detestable costumbre, fundada en torcidos principios de Derecho internacional, que prevalece en todas las naciones cultas, y no lo negamos, también en España.

Era en su lecho como en la escena; de todos y de ninguno, y al quedarse a solas con sus pensamientos, comprendía que algo se ocultaba en ella, todavía virgen: algo que se replegaba con vergüenza al sentir los estremecimientos y apetitos monstruosos de la envoltura, y tal vez estaba destinado a morir sin nacer, como esas flores que se secan dentro del capullo.

Y la cruel sospecha de que Juanito pudiera conocer el secreto de aquel lujo que la familia había ostentado en medio de la ruina martirizaba a doña Manuela. Sólo la suposición de que sus sospechas pudieran resultar ciertas la hacía sentir intenso remordimiento.

Pero no: ¿qué he pensado yo, qué he mirado, qué he celebrado en Pepita, por donde nadie pueda colegir que propendo a sentir por ella algo que no sea amistad y aquella inocente y limpia admiración que inspira una obra de arte, y más si la obra es del Artífice soberano y nada menos que su templo?

Ernestina quiso vengarse haciendo sentir celos a su marido; se entregó con entusiasmo a tan peligroso juego y tuvo sus coqueteos comprometedores con cierto attaché de legación americana, que hasta alcanzaron visos de infidelidad. Bien sabía Luis que la cosa no tenía malicia, pero ¡qué demonio! él no servía para casado, le abrumaba aquella vida, y aprovechó la ocasión, tomando el asunto en serio.