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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Y se fue el médico, con sus anteojos y su reloj. Requerida por Lita, miss Mary salió a comprar las agujas de madera y lana blanca, celeste y rosada. Se hizo esperar mucho, ella también. Pero, mientras volvía, la madre vistió a Lita, la lavó, la peinó, le puso agua de Colonia y la sentó en su silla rodante.
Pero téngase por advertido y que no le encuentre yo en mi camino, ó le hago pagar las costas con más gracia que usted mismo lo hacía.... Y tomando á su hijo por el brazo, dijo: Ven, Mauricio, ven. No tenemos nada que hacer aquí. Por la mañana del siguiente día, estaba Roussel todavía dormido cuando entró Mauricio en su cuarto, descorrió las cortinas y se sentó en una butaca al pie de la cama.
«Fueron luego los inquisidores al cabildo de la Santa Iglesia, donde presentaron é mostraron las bulas é provisiones reales, é luego fallaron á la puerta del cabildo al regimiento en órden que los llevó á su cabildo, por afuera de las gradas é los sentó en su cabildo é los recibió.
Marianela trató de andar. Carlos le daba la mano. No, no; ven acá dijo Teodoro, tomando a Marianela por los brazos. Con rápido movimiento levantola en el aire y la sentó sobre su hombro derecho. Si no estás segura, agárrate a mis cabellos; son fuertes. Ahora, lleva tú el palo con el sombrero.
Mientras a lo largo del camino se hundía su imaginación en el recuerdo del pasado y revivía los tiempos de Val-Clavin, no creía que se le hubiese tan completamente olvidado, ni esperaba que se le tratase como a un extraño... Esto le puso profundamente melancólico y con gesto displicente se sentó ante su mesa solitaria.
Daba el ventanillo a la plaza de la fuente, en donde el día anterior se había encontrado con el extranjero. Saltó al suelo y se sentó en el banco. La reja, era alta, pequeña, con tres barrotes sin travesaño.
Sorege entró sin replicar, dichoso por haberlo logrado á pesar de su resistencia, y augurando bien de aquella primera ventaja. Se sentó en el saloncillo sin que nadie se lo indicara y Lea permaneció en pie, con los brazos cruzados y mirándole con aire preocupado. ¿De modo que te has pasado al enemigo? dijo Sorege en tono sardónico. ¿Qué te han prometido para que te vuelvas contra mí?
Apenas se sentó, se diría que los horribles recuerdos que le habían arrojado de la villa, que venían persiguiéndole y que se habían quedado algo atrás, le dieron alcance y empezaron a picarle y a morderle otra vez.
Les suplicó, después de agradecer la sorpresa de la visita, que la dejasen terminar aquel embrollo de números; y dama y clérigo se vieron solos en el salón sombrío, de damasco verde obscuro y de papel gris y oro. Ana se sentó en el sofá, el Magistral a su lado en un sillón.
Lucía, Lucía, hermosa Lucía, déjame contemplarte un instante de cerca... Y saltó sobre el estribo de la victoria en que iba la dama y se sentó a sus pies. He aguardado más de una hora para verte pasar y poder ofrecerte mi caja de dulces... toma.
Palabra del Dia
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