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Actualizado: 23 de junio de 2025


Nucha, corroborando el aserto, se inclinó y besó el retrato, con tan apasionada ternura, que allá en Segovia el pobre alumno, víctima quizá de los rigores de la cruel novatada, debió sentir en la mejilla y el corazón una cosa dulce y caliente. Cuando Carmen, la tristona, vio a sus hermanas entretenidas, se escabulló del salón, donde ya no apareció más.

Anoche... ¡pasaron tantas cosas...! el padre Aliaga estuvo en audiencia particular con sus majestades... don Francisco de Quevedo anduvo enredando por el alcázar... ¡Ah! no enredará más. He dado orden de prenderle y en cuanto me avisen de haberle preso, le envío bien asegurado al alcázar de Segovia.

En seguida... si es de día, que le metan en una litera y le lleven á una de mis casas desalquiladas... mi criado Rivera os llevará á ella... Muy bien, señora. Luego... cuando sea de noche y en la misma litera, que le saquen resguardado por cuatro alguaciles á caballo, para Segovia. ¿Cuatro alguaciles no más? ¿y si se escapa? Que sean buenos los cuatro.

Cuando se hubo rendido por entero al pecado, y la arrancaron de su embriaguez los primeros anuncios de la maternidad, creyó enloquecerse. Sin esperar, reveló todo a su padre. Entretanto el seductor desaparecía de Segovia. Medrano fue encargado de ir en su busca. Poco después, en Arévalo, el mismo desconocido se presentó al escudero, declarando su nombre y su raza. Era un morisco.

La fuga, el sud expreso, el sleeping car, la ocultación en su propia casa, la vida errante por el extranjero con nombres supuestos... ¿Querría, tal vez, que provocara y matase a su marido? ¡Absurdo! ¿Habría pensado en un doble y romántico suicidio? Al ocurrírsele esto se acordó de cómo temblaba la pobrecilla cuando pasaron por el Viaducto de la calle de Segovia.

Ricardo quiso ser artillero. ¡Cuántas lágrimas costó a su madre esta implacable decisión del niño! La primera vez que partió a Segovia, la buena señora creyó morir; se empeñó en no salir de casa hasta que su hijo volviese, y cumplió su empeño.

Después, cuando entraron Ido, Refugio y otras personas, estuvo muy comunicativo, discurriendo admirablemente sobre todo lo que se trató, que fue la insurrección de Cuba, el alza de la carne, lo que se debe hacer para escoger un bonito número en la lotería, la frecuencia con que se tiraba gente por el Viaducto de la calle de Segovia, el tranvía nuevo que se iba a poner y otras menudencias.

La noble ciudad de Segovia no tenía mancebía continuó Maltrana . A juzgar por un informe de Solís al rey, las mujeres de partido distribuían sus favores en unos corrales de ganado de las afueras, y él solicitó para y sus descendientes el privilegio de poder establecer una mancebía oficial dentro de los muros de la ciudad.

-Con facilidad será vuestra merced satisfecho -respondió el licenciado-; y así, sabrá vuestra merced que, aunque denantes dije que yo era licenciado, no soy sino bachiller, y llámome Alonso López; soy natural de Alcobendas; vengo de la ciudad de Baeza con otros once sacerdotes, que son los que huyeron con las hachas; vamos a la ciudad de Segovia acompañando un cuerpo muerto, que va en aquella litera, que es de un caballero que murió en Baeza, donde fue depositado; y ahora, como digo, llevábamos sus huesos a su sepultura, que está en Segovia, de donde es natural.

Luego él y ella seguían su rápida marcha. En pocos minutos habían atravesado el barranco de Segovia, y subiendo las pendientes callejas que están al otro lado, llegaron á las vistillas de San Francisco, y entraron en la calle de Don Pedro.

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