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Actualizado: 23 de junio de 2025


Una tarde de verano, en Segovia, contemplando desde su habitación el rojo deshojamiento del crepúsculo sobre el valle del Eresma, vio pasar por la calle a un arrogante galán que se detuvo a mirarla. Iba vestido a lo soldado, con harta pluma en el sombrero. Una daga cubierta de piedras preciosas brillaba sobre sus gregüescos acuchillados. Aquella escena muda se repitió varias veces.

En estas pláticas vimos los muros de Segovia, y a se me alegraron los ojos, a pesar de la memoria que, con los sucesos de Cabra, me contradecía el contento. Llegué al pueblo; enternecíme, y entré algo desconocido de como salí, con punta de barbas, bien vestido. Dejé la compañía; y considerando en quién conociera a mi tío fuera del rollo mejor en el pueblo, no hallé nadie de quien echar mano.

Pero no, no admitamos esta versión que empequeñece a nuestro héroe haciéndole casquivano y pueril. El vuelco de un detestable coche que iba a Segovia cuando había personas que consentían en descalabrarse por ver un acueducto romano, una catedral gótica y un alcázar arabesco, fue lo que puso a nuestro amigo en estado de perecer.

Los bravos adalides cristianos pudieron respirar más desahogadamente en sus territorios, ya más extensos y seguros. Repobláronse las antiguas ciudades de Ávila, Segovia, Salamanca, Toro y Zamora. Mezcláronse con los castellanos caballeros extranjeros, ansiosos de tomar parte en sus gloriosas cruzadas.

Estos mismos escotillones servían también, á veces, en otras piezas para distintos usos, como sucedía en la comedia de Tirso, titulada Por el sótano y el torno; en El Tejedor de Segovia, de Alarcón, y en El Galán fantasma, de Calderón, en las cuales figuran salidas de subterráneos.

No sería menor tampoco el de El Tejedor de Segovia, de Alarcón; y en el año de 1845 arrebató á los parisienses, al ponerse en escena en la capital de Francia.

Determinó, pues, don Alonso de poner a su hijo en pupilaje: lo uno por apartarle de su regalo y lo otro por ahorrar de cuidado. Supo que había en Segovia un licenciado Cabra que tenía por oficio de criar hijos de caballeros, y envió allá el suyo, y a para que le acompañase y sirviese.

por cierto: á prima noche, cuando os libré de los alguaciles que os llevaban á Segovia, para entregaros á cierta dama, me ofrecísteis si os soltaba dinero y una compañía en los tercios de Nápoles.

Tomás de Torquemada, Prior del convento de Santa Cruz de Segovia, de la orden de predicadores. ¡Quiera Dios que permanezca hasta fin del mundo, para amparo y aumento de la fe! Levántate, Señor, y juzga tu causa. Cógenos las zorras engañosas

Desde allí la carretera comienza á cortar la provincia de Segovia, una de las mas atrasadas de España por la insuficiencia de sus vias de comunicacion. El terreno va descendiendo en escalones de colinas rocallosas y planos inclinados, cuyo aspecto es triste y desapacible.

Palabra del Dia

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