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Actualizado: 11 de junio de 2025
2 Y se regocijó con ellos Ezequías, y les enseñó la casa de su tesoro: plata, y oro, y especierías, y ungüentos preciosos, y toda su casa de armas; y todo lo que se pudo hallar en sus tesoros; no hubo cosa en su casa y en todo su señorío, que Ezequías no les mostrase. 3 Entonces Isaías profeta vino al rey Ezequías, y le dijo: ¿Qué dicen estos hombres, y de dónde han venido a ti?
De repente, el gentío se hizo atrás, volviendo sus mil cabezas. Una nueva procesión llegaba por el puente. Se había reunido en la Residencia de los jesuítas: era lo más brillante del ejército devoto que iba á subir á Begoña; el señorio de Bilbao, en el que figuraban las familias ricas de la villa, los agitadores del bizkaitarrismo, los alumnos de Deusto.
Sí, Zaratustra, lo sé interrumpió Maltrana, que temía la charla del viejo . La mujer, si no tiene su buen traje, su bota ajustada y demás señorío, da su cuerpo al demonio. Adiós, gran filósofo; expresiones a la abuela. Zaratustra no le dejó marchar hasta enterarse de las señas de su domicilio. Alguna mañana que acabase pronto su tarea iría a verles y echarían un párrafo.
En paz tiene la tierra, gobernando Con gran sagacidad y señorío, La gente rebelada castigando Con fuerza, maña, y arte y poderío. Los leales su causa ya juzgando Por vana presumpcion y desvarío, Por no tener de España nueva cierta, Se le entran cada dia por la puerta.
Aquí hay señorío dijo el trapero . Eso no podrás negarlo. Mira esa cómoda; fíjate en esta cama, que debe haber sido de algún duque. Huele a palacio así que se la ve. Son piezas que me costaron muy buenas pesetas allá en el Rastro. Fui a comprarlas a los parientes de la Mariposa, unos descastados que al verse ricos no conocen a la familia.
Gerif, que alcanzó en pie en sus años primeros el Señorío de la Alhambra, no podía separar de su memoria aquel esplendor pasado, como ni de su alma la afición más vehemente por su nación desgraciada, mirando gustoso por lo mismo las revueltas que tramaba su sobrino Muley.
Que venía aquí únicamente por el deseo de vivir sola, de no ver gente, y cuando el barbero le habló del señorío de Alcira, hizo un gesto burlón como si se tratara de gente despreciable de poco más o menos. Esto es lo que más se comentaba anoche por las señoras. ¡Ya se ve: acostumbrada a ser la querida de grandes personajes!...
¡Ya lo creo!... Pues hija, que se le quite a Vd. eso de la cabeza. ¿Me dispensa Vd., verdad? ¿Me deja usted que bese al niño? ¡No eches tierra en la ropa, condenao! Ven aquí, que te va a dar un chichi esta señora. ¡Ay hija! añadió, encarándose con Paz desengáñese Vd., cuando una quiere a un hombre, no hay señorío que valga, toas semos iguales. Paz salió de allí con el alma henchida de gozo.
Y un día Emilia y Juan José Castaño vieron entrar en su casa a la gran Isidora elegantemente vestida de negro, con un lujo, con un señorío, con un empaque tal, que ambos esposos se quedaron perplejos, como quien ve visiones, y no acertaron a contestar a sus primeras preguntas.
Y entonces Barbacana ¿por qué se ha declarado a favor del señorito? Porque Barbacana va con los curas a donde lo lleven. Ya sabe lo que hace.... Usted, un suponer, está ahí hoy y se larga mañana; pero los curas están siempre, y lo mismo el señorío... los Limiosos, los Méndez.... Y dando suelta al torrente de su rencor, el cacique añadió apretando los puños: ¡Me caso con Dios!
Palabra del Dia
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