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Actualizado: 5 de junio de 2025
Hullin sostenía el fusil, y Catalina agitaba la mano como diciendo: «¡Vamos, vamos, ya está bien!» Gaspar, cogiendo rápidamente el fusil, se alejó con paso firme, sin volver la cabeza. En dirección opuesta, los del Sarre, provistos de picos y hachas, trepaban en fila por el sendero del Valtin.
Luisa servía a los convidados, y Catalina Lefèvre lo vigilaba todo, diciendo de vez en cuando: Daos prisa, hijos míos, daos prisa. La tercera hornada debe estar acabada cuando lleguen los del Sarre. Ya sabéis que tocan a seis libras de pan por hombre. Hullin, desde su sitio, veía a la anciana labradora ir y venir.
Sin embargo, Materne estaba pálido. El posadero, que no se daba cuenta de nada, prosiguió: Ustedes tienen que temer más bien, por el bosque de las Baronías, a esos bandidos de Dagsburg, del Sarre y del Blanru que se han sublevado en masa y quieren volver al 93. ¿Está usted seguro? preguntó Materne haciendo esfuerzos por dominarse. ¡Estoy seguro!
Parece dijo el doctor que hemos vuelto al tiempo de los triboques. Estas paredes tienen más de mil años. ¡Y ha debido correr una buena cantidad de agua desde las alturas del Falkenstein y del Grosmann al Sarre y al Rin desde que no se ha encendido fuego en esta torre!
Sí, pero para quitarles esas ideas nos basta con hacer una cosa muy sencilla: ocupar los desfiladeros de la Aduana y del Sarre, a nuestra izquierda, y el del Blanru, a la derecha; y como no se puede defender un puerto mas que conservando las alturas, Piorette irá a situarse con cien hombres del lado de Raon-les-Leaux; Jerónimo, al Grosmann, con otros cien, para cerrar el valle del Sarre, y Labarbe, al frente de los demás, se colocará en la ladera para vigilar las colinas de Haslach.
El sendero de las colinas de San Quirino es el más corto dijo Frantz para ir al «Encinar»; por lo menos, adelantaremos tres cuartos de hora. Sí exclamó el doctor , pero nos exponemos a ser detenidos por los kaiserlicks, que han tomado ya el desfiladero del Sarre. Mirad, son dueños de las alturas; sin duda han enviado destacamentos hacia el Sarre-Rojo para rodear el Donon.
El batallón, reducido a la mitad, formó el cuadro detrás de la aldea de Charmes y subió lentamente por el valle del Sarre, deteniéndose de vez en cuando, como un jabalí herido que hace frente a la jauría, cuando los hombres de Piorette o los de Falsburgo le hostigaban mucho. Así terminó la gran batalla del Falkenstein, conocida en la sierra con el nombre de Batalla de las Peñas.
¡Son descargas cerradas! exclamó Hullin ; los nuestros hacen también fuego por descargas; ¡tenemos tropas de línea! ¡Viva Francia! Sí contestó Jerónimo ; la señora Lefèvre tenía razón; los de Falsburgo acuden a socorrernos; ya bajan por las colinas del Sarre, y, mientras tanto, Piorette ataca por el lado del Blanru.
Pero cuando Lagarmitte, con aire serio y solemne, vistiendo larga blusa gris, sombrero flexible, de color negro, que resaltaba sobre su cabellera blanca, y llevando colgada del hombro su enorme trompa, atravesó la cocina y asomose a la puerta de la sala, diciendo: «¡Los del Sarre llegan!», entonces toda aquella exaltación desapareció y los reunidos se levantaron, pensando en la terrible lucha que iba pronto a comenzar en la sierra.
Ráfagas de aire frío, ascendiendo de los valles del Sarre, traían de muy lejos, como un suspiro, los rumores eternos de los torrentes y de los bosques. La Luna, filtrándose entre las nubes, alumbraba de lleno las selvas sombrías del Blanru, con sus grandes abetos cargados de nieve.
Palabra del Dia
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