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Actualizado: 23 de junio de 2025
Me gusta verte tan entrada en razón le dijo la madre, recogiendo el plato ; pero por esta noche no saldrás de aquí. Medita, medita en tus pecados, reza mucho y pídele al Señor y a la Santísima Virgen que te iluminen.
Le nombro a Nuestro Divino Redentor y a María Santísima del Carmen, y como si tal cosa... Sorda como una tapia. Pero le nombro al señorete, y ya la tiene usted tan avispada, queriendo vivir, y sin duda con intenciones de pecar. ¡Ah!, cualquier día se salva esta... Me parece que sube ya la tía. Se ha puesto muy mala, pero muy mala».
¡Válame Dios e la Virgen Santísima! exclamó el labrador, santiguándose con espanto. Ramiro se incorporó sobre las mantas. Aquel gran pecado, aquel gran baldón de su vida había tomado cuerpo, había pasado los muros de Avila, y viajaba ahora por ventas y caminos.
¡Hijo, por María Santísima! exclamó doña Lupe consternada, a punto que entraba su sobrina.
JOAQUÍN. ¡Qué gracia! ISIDORA. Por Dios, dejo eso. ISIDORA. ¡Por la Virgen Santísima! JOAQUÍN. Es un bruto que merecía el desprecio si no mereciera el presidio. Su discurso es el colmo de la sabiduría. Dice que en tiempo de papá eran mayores los escándalos y las irregularidades... Voy a contarte en dos palabras las gradas de Botín. JOAQUÍN. No, querida; es temprano.
Es verdad que Juan Bou no es un Adonis; pero no es tampoco un monstruo... Es un hombre de bien, trabajador, sencillote, y, a pesar de sus bravatas, tiene el corazón más bondadoso y tierno del mundo. Lo sé, lo sé...; pero... quita allá, por la Virgen Santísima; yo no seré su mujer.
Un labrador manchego, á quien se le preguntó durante la guerra de la Independencia por el número de tropas que defendían el paso de Sierra-Morena, replicó: Un medio mundo delante; un mundo entero detrás, y en el centro la Santísima Trinidad.
Todos los días pido a la Virgen Santísima que le conserve la salud para que sirva de ejemplo a los que están en pecado mortal. Lo que debes pedir, Genoveva, es que purifique mi alma y me perdone los muchos que he cometido. ¡Bendito sea Dios! Si usted necesita que la perdonen siendo tan piadosa y humilde, ¡qué necesitaremos los demás! No sea tan severa consigo misma.
No hace más que preguntar por la señora Nela. Hoy es preciso que estés allí cuando D. Teodoro le levante la venda.... Es la cuarta vez.... El día de la primera prueba... ¡qué día!, cuando comprendimos que mi primo había nacido a la luz, casi nos morimos de gozo. La primera cara que vio fue la mía.... Vamos. María soltó la mano de la Virgen Santísima.
La verdad, tú te precipitaste; y en cuanto al parecido... Hablando con franqueza, hija; no se parece nada, pero nada». Era lo que le quedaba por oír a Jacinta. «Pero usted... ¡por la Virgen santísima! también... atreviose a decir cuando el espanto se lo permitió , también usted creyó...».
Palabra del Dia
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