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Actualizado: 23 de junio de 2025


Los únicos momentos felices del desdichado eran los que pasaba en oración en el ángulo de alguna iglesia solitaria: oculto detrás de un pilar, aspirando los acres olores de la cera y la humedad, escuchando el chisporroteo de los cirios y el leve rumor de las plegarias de los pocos fieles distribuidos por las naves del templo, su alma inocente dejaba este mundo, que tan cruelmente le trataba, y volaba a comunicarse con Dios y su Madre Santísima.

Me ha enfermado de la vista, de las piernas, de la cabeza, de los riñones, de todo menos del estómago. Privándome de recursos, dispone que yo digiera como un buitre. Lo mismo hace conmigo. Pero yo no lo llevo a mal, señora. ¡Bendito sea el Señor, que nos da el bien más grande de nuestros cuerpos: el hambre santísima!».

=GIMENEZ Y HURTADO.= Cuentos españoles contenidos en las producciones dramáticas de Calderón de la Barca, Tirso de Molina, Alarcón y Moreto, con notas y biografías, 1881; un tomo en 8.º, 2,50 pesetas. La sal de María Santísima.

Todos los que estaban anoche en la fiesta, ¡pulverizados! ¡Vírgen Santísima! Este señorito... ¡Susmariosep! exclamó Capitana Loleng; todos nuestros deudores estaban allí; ¡susmariosep! ¡Y allí cerca tenemos una finca! ¿Quién podrá ser?... Ahora lo sabrán ustedes, añadió Chichoy en voz baja, pero es menester que guarden el secreto.

Otra es afirmar que despues de crucificado Cristo, envió la archisinagoga de Toledo segunda legacía á Jerusalen con cartas para María Santisima i S. Pedro, con el fin de que doctrinasen á sus mensajeros en la fe de Cristo: las cuales fueron llevadas por S. Indalecio i Eufrasio.

Los mozalbetes más osados acercaban a ella el rostro con cierta insolencia, pero la belleza bondadosa de aquella cara de María Santísima les imponía admiración y respeto. Las chalequeras no murmuraban ni reían al pasar Ana. ¡Es la Regenta! ¡Qué guapa es! Esto decían ellas y ellos. Era una alabanza espontánea, desinteresada.

Desapareció entonces la Santísima Virgen, y en aquel punto se halló el enfermo perfectamente sano. Acudió á verle todo el pueblo, y oída la causa de su milagrosa sanidad, se encendieron sus corazones en vivos deseos de ser cristianos.

En ella cuerpo y alma son como los de la Santísima Virgen María. ¡Oh!, no exageres dijo Pablo con inquietud . No puede ser tan hermosa como dices.... ¿Crees que yo, sin ojos, no comprendo dónde está la hermosura y dónde no? No, no; no puedes comprender... ¡qué equivocado estás!

Pues, hijo, como hemos bebió mucho más de lo que era menester y la noche está para freírse María Santísima, andaba dando vueltas por las calles como un papamoscas y se me ocurrió venir á ver si Pepe y Paca habían salido á la calle á tomar el fresco. Pues hazte cuenta que lo mismo me ha ocurrido á . Hubo una pausa embarazosa.

Así era, en efecto; los ojos de la abandonada, vagando con extravío de uno en otro objeto, tenían al fijarse en la Virgen Santísima el resplandor del espanto. ¿Por qué tiembla tu mano? preguntó la señorita , ¿estás enferma? Te has puesto más pálida que una muerta y das diente con diente. Si estás enferma yo te curaré, yo misma.

Palabra del Dia

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