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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Por lo que he leído en algunos libros que trajo el viejo sabio compañero de Eulame, sé que las mujeres han llevado en la tierra de los gigantes, y tal vez llevan todavía, una existencia deplorable.
Toos los ricos que juesen así. Mi pare trabajó pa él, y nos hablaba de su cariá. Yo he pasao unas calenturas en un chozo de pastores de una dehesa suya. Lo ha sabío él, y no ha dicho na.
Mirad, discreto Basilio -añadió don Quijote-: opinión fue de no sé qué sabio que no había en todo el mundo sino una sola mujer buena, y daba por consejo que cada uno pensase y creyese que aquella sola buena era la suya, y así viviría contento.
Los otros tontos, los que creían que Guimarán era ateo de puro malvado y de puro sabio, mirarían aquella conquista como cosa muy seria, como una ganancia de incalculable valor para la Iglesia.
Veamos a don Timoteo en el Prado; rodeado de una pequeña corte que a nadie conoce cuando va con él: vean ustedes cómo le oyen con la boca abierta; parece que le han sacado entre todos a paseo para que no se acabe entre sus investigaciones acerca de la rima que a nadie le importa. ¿Habló don Timoteo? ¡Qué algazara y qué aplausos! ¿Se sonrió don Timoteo? ¿Quién fue el dichoso que le hizo desplegar los labios? ¿Lo dijo don Timoteo, el sabio autor de una oda olvidada o de un ignorado romance?
Doy mi parte por cien mil francos en billetes dijo con voz grave. Y mientras los demás reían, él quedó con la mirada fija en Novoa. ¡El mar!... ¡quién diría que el mar!... Aquel sabio sabía mucho; y él, con repentina veneración, se propuso escucharlo siempre. Una noche, Atilio y el príncipe comieron solos.
De las contestaciones que obtuvo el sabio viejo, hemos podido recoger aquella parte que por ser menos profunda está más a nuestro alcance y vamos a ver si acertamos a transcribirla clara y fielmente.
¡Oh Dios mio! ¡Qué bien has hecho en morar arriba; ahí donde no llega la mirada del telescopio; ahí donde no puede entrar ni la ciencia del sabio; ahí donde únicamente tienen entrada la virtud y la fe!
Si me aburriese, no andaría con tapujos, ni lo confesaría sólo in articulo mortis y en lo hondo de mi casa; pero aunque soy fervoroso admirador de aquel glorioso poeta, que era además gran sabio y sutil y razonable filósofo, y aunque le he elogiado pomposamente en varios escritos míos, me sucede ahora que, echando á un lado el prestigio mágico de su estilo, como quien descorre un velo que disimula los defectos y realza las bellezas, he descubierto en el Fausto rarezas tan chocantes, que temo que se me agrien ó se me pudran en lo interior del alma si no las digo y me desahogo.
Viéndole, pues, caído en el suelo, y que ya los pastores se habían ido, bajó de la cuesta y llegóse a él, y hallóle de muy mal arte, aunque no había perdido el sentido, y díjole: ¿No le decía yo, señor don Quijote, que se volviese, que los que iba a acometer no eran ejércitos, sino manadas de carneros? -Como eso puede desparecer y contrahacer aquel ladrón del sabio mi enemigo.
Palabra del Dia
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