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Actualizado: 6 de mayo de 2025


Así debió de pensarlo el joven rubio, a juzgar por el éxtasis apasionado de sus ojos y la inmovilidad marmórea de su figura. Al fin la dama, no pudiendo vencer la irritación que esto la producía, alzóse bruscamente de la silla y despidiéndose con una frase seca del dependiente, que le guardaba extraordinarias consideraciones, salió del comercio y llegó hasta la Puerta del Sol a toda prisa.

No daría su expedición por el doble de lo que le ha costado... Lo único que siente es no llevarse la gorra atravesada por la bala del vigilante. ¡Qué trofeo para un hombre pacífico!... Pero aquí tenemos á nuestro capitán... Un joven rubio, de cara sonrosada, se adelantó hacia ellos. Tragomer dijo: M. Edwards, presento á usted á mi amigo el conde de Freneuse.

Al descubrirse el jinete dejó ver que era un joven como de veinticuatro años, blanco, rubio, buen mozo y de fisonomía franca y noble, á que daban realce dos hermosos y expresivos ojos negros. ¡Ah! ¿Acabáis de venir? dijo el conde de Olivares prevenido en favor del joven . ¿Y á qué diablos os venís á entrar con ese caballo por las caballerizas del alcázar? En sus tiempos debe de haber sido mucho...

Verás: pasaba yo a eso de las ocho y media por la plaza de Pontejos para ir a mi obrador, cuando vi que del portal salía despavorido el criado inglés... Según después supe, iba en busca de mi primo Moreno Rubio, que vive en la calle de Bordadores.

BEAUVALLON. Poseías los cabellos rubios más hermosos del mundo... LA CHOUTE. Y los sigo poseyendo... Ella le tiende la cabeza, coronada por una soberbia cabellera de un rubio ceniciento. BEAUVALLON. ¿Y tus dientes...?

Pero yo no tengo conquistas que hacer, abuela... ¿Cree usted útil que me ponga el traje número uno?... ... ... ¿Qué sombrero?... El Santos Dumont. No, ese no... Ponte más bien el de la pluma amazona que te sienta maravillosamente sobre tu cabello rubio. ¿Maravillosamente?... Bueno, abuela.

Sólo diremos ahora que era hombre de cuarenta años de edad, rubio, pálido, de pocas carnes y no muy apretadas, de mediana estatura y grandes extremidades. Después del director, la persona más influyente en el colegio: dormía dentro de él, y aun se decía que tenía alguna participación en las ganancias.

El señor don Andrés Rubio prometió tener al infante en sus brazos en la pila bautismal.

Este gringo, alto y rubio, siempre estaba serio y bebía sin compañeros. A nadie dijo que se llamaba Juan Ort, pero todos lo sabíamos. Además, llevaba en su lingera un vaso de plata con unos escudos de su familia real, y le gustaba beber en él á solas en su ranchito, porque era el vaso de cuando iba á la escuela. De pronto este vagabundo había desaparecido.

El secretario era un joven de veinticuatro a veintiséis años, pálido, rubio, en cuyo cerebro abultado de feto no cabían más ideas que la de la importancia colosal del Duque, y la necesidad imperiosa de llegar a ser un personaje, si no de tanta cuenta, lo bastante para tener también secretario. Fuera de esto, el mundo no tenía explicación para Cosío, que así se llamaba.

Palabra del Dia

ciencuenta

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