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Actualizado: 7 de julio de 2025


Vírgenes puras, como el sol hermosas, Que os coronais con perfumadas rosas La frente virginal; Cubrid con ellas los sepulcros yertos De los valientes por la patria muertos Que duermen sobre almohada terrenal.

PARA HACER DESAPARECER LAS ARRUGAS DE LOS PÁRPADOS. Se lava con agua de meliloto, después se pone, por la noche, una capa de la pomada siguiente: Vaselina 60 gramos. Polvo de alumbre 0,75 Bálsamo de la Meca 10 Tanino al éter 0,25 Sulfato de alúmina 1 Al ponerse la pomada se ha de procurar que no penetre en los ojos. Almendras dulces 200 gramos Alcohol de vino a 60° 35 Agua de rosas 40

Una división de este ejército, a las órdenes del general don Felipe Ibarra, se interna a Santiago a engrosar las fuerzas que operan por esa parte, y el excelentísimo señor gobernador de la provincia de Buenos Aires, general don Juan Manuel de Rosas, se halla situado a los confines de su territorio por el Norte con un fuerte ejército de reserva.

Las ilusiones han pasado ya; la constitución de la República se hará sin sentir, de misma, sin que nadie se la haya propuesto. Unitaria, federal, mixta, ella ha de salir de los hechos consumados. Ni creo imposible que a la caída de Rosas se suceda inmediatamente el orden.

Vamos, Juan, acaso quieres hacerme creer que no estás todavía enamorado de una de estas dos mujeres. ¿Es posible? ¡tanta belleza, tanto lujo! ¡Oh... el lujo quizá más que la belleza! El lujo en ese grado me aturde, me trastorna. Los cuatro poneys negros con sus cucardas de rosas blancas me han hecho soñar esta noche. Y la joven... Bettina... ¿no es así? , Bettina.

Pero coge otro traje de más abrigo, por Dios: eres capaz de resfriarte.... ¿No has notado qué bien huelen las rosas? En León apenas las hay: me acuerdo de que las que podía coger se las ponía todas a la Purísima que tengo en mi cuarto. Era el Casino para Perico y Miranda, como para todos los ociosos de la colonia, casa y hogar durante la temporada termal.

Ni a las rosas de Pasión. Ni a las rosas de Jericó. Ni a las rosas amarillas. La voz clara y fuerte de Marisalada oscureció todas las otras gritando: A las rosas secas no las puedo ver. A las rosas secas exclamaron en coro todas las muchachas no las puedo ver.

El 13 de abril de 1835 se recibió Rosas del gobierno, y su talante desembarazado y su aplomo en la ceremonia no dejó de sorprender a los ilusos que habían creído tener un rato de diversión al ver el desmayo y gaucherie del gaucho. Presentóse de casaca de general, desabotonada, que dejaba ver un chaleco amarillo de cotonía.

Era Sol como para que la llevasen en la vida de la mano, más preparada por la Naturaleza para que la quisiesen que para querer, feliz por ver que lo eran los que tenía cerca de , pero no por especial generosidad, sino por cierta incapacidad suya de ser ni muy venturosa ni muy desdichada. Tenía el encanto de las rosas blancas. Un dueño le era preciso, y Lucía fue su dueña.

Los más tienen la barba cortada a lo Jesucristo. Muchos ojos negros almibarados y rosas en las mejillas. Inclinan la cabeza con una languidez entre romántica y cachazuda; aquello lo mismo puede significar: «Señorita, abrigo una pasión secreta, que...». «Señorita, ni la paciencia de Job... pero tendré paciencia».

Palabra del Dia

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