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Actualizado: 7 de mayo de 2025


Es un combate mudo, en que no se miden fuerzas, sino audacias de parte del uno, y astucia y amaño por parte del otro. Esta lucha entre Quiroga y Rosas es poco conocida, no obstante que abraza un período de cinco años. Ambos se detestan, se desprecian, no se pierden de vista un momento, porque cada uno de ellos siente que su vida y su porvenir dependen del resultado de este juego terrible.

La historia de la tiranía de Rosas es la más solemne, la más sublime y la más triste página de la especie humana, tanto para los pueblos que de ella han sido víctimas, como para las naciones, Gobiernos y políticos europeos o americanos que han sido actores en el drama o testigos interesados.

Yo soy médico; he venido habiendo oido hablar de vuestra dolencia, y os traygo un basilisco hervido en agua de rosas; no porque aspire á casarme con vos, que solo os pido la libertad de una esclava jóven de Babilonia, que os vendiéron pocos dias hace; y me allano á permanecer esclavo en su lugar, si no tengo la dicha de sanar al magnifico señor Ogul.

Señora: por la belleza de toda melancolía; por la vesperal tristeza de mi ruta; por la fría cerrazón de mis mañanas; por las rosas que en Abril mueren solas y tempranas; por toda brisa sutil que besó flores amargas; por toda negra visión y por las horas ¡tan largas! en que espera el corazón; por los escollos adversos donde se estrella mi esquife; por mis lágrimas y versos y por el mismo arrecife, libértame del delito de hablarte a veces en prosa; libértame, y pues contrito estoy de mi culpa odiosa, guárdame en tu corazón y en tu memoria también, y dame tu bendición por siempre jamás.

Si quedara duda con todo lo que he expuesto de que la lucha actual de la República Argentina lo es sólo de civilización y barbarie, bastaría a probarlo el no hallarse del lado de Rosas un solo escritor, un soló poeta de los muchos que posee aquella joven nación.

Ha llegado a mi casa sobre el ala de un rayo y ha llenado de rosas mi pobre habitación, y yo le he preguntado quién era, y era Mayo, Mayo con su perfume de flor y corazón. Abriéronse mis brazos a su áurea caravana y se llenó mi mesa de vaga devoción; fué un desfile de rosas y aves por mi ventana, abierta a la olorosa y dulce procesión. Y al fin, emocionado, hablé: Mayo, ¿qué quieres?

Es la vida espejismo de sueños y palabras, y su embriaguez me ha puesto amargor en la boca, vomitan el veneno por sus bocas macabras. Filósofo, Poeta, que mirais las cosas tristes de este mundo, uno, muy profundo, con ojos de asceta, y otro, como rosas; los dos en mi vida pusísteis un mal: uno abrió una herida, otro abrió un rosal.

Denso rubor, como el aterciopelado carmín de las rosas, coloreaba sus mejillas; pero en seguida, al reconocer al mancebo, una sonrisa hospitalaria, hechicera, talismánica, que mostró la blancura de sus dientes, tornó, al pronto, su semblante claro y tranquilo como la luna. ¡Ah!, ¿eres , señor don Ramiro? exclamó. ¡Bienvenido seas! Perdón, si ayer os hice daño con la flor, en la calleja.

Una de ellas era Linda; se acercó al sepulcro de Zalacaín y dejó sobre él una rosa negra; la otra era la señorita de Briones, y puso una rosa roja. Catalina, que iba todos los días al cementerio, vió las dos rosas en la lápida de su marido y las respetó y depositó junto a ellas una rosa blanca. Y las tres rosas duraron mucho tiempo lozanas sobre la tumba de Zalacaín.

Lo que parece destinado á eclipsarlos es el diario de la expedicion al Colorado y al Rio Negro, al mando del Ilustre General ROSAS, que ha recorrido en triunfador los mismos parages descriptos por Falkner.

Palabra del Dia

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