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Actualizado: 9 de junio de 2025


Hablando con él una mañana de aquellos días tan crudos, y solos los dos en la cocina, que era su ordinario paradero entonces, yo animándole como podía y él conociendo la endeble calidad de mis estimulantes, acabó por decirme: No te canses, Marcelo: este ujano que me roe es más fuerte que y yo juntos, por grandes que sean tus cuidados y por dura que haya sido mi correa.

Creía firmemente que Juan no daría nunca escándalos, y no habiendo escándalo, las cosas irían pasando así. No hay existencia sin gusanillo, un parásito interior que la roe y a sus expensas vive, y ella tenía dos: los apartamientos de su marido y el desconsuelo de no ser madre. Llevaría ambas penas con paciencia, con tal que no saltara algo más fuerte.

Anonadado, y sin valor para pedir a su hermana dinero, Mariano se retiró a un banco de palo que en el estrecho recinto había, y allí permaneció larguísimo rato solo, callado, hecho un ovillo, meditando sobre una sola idea, ya mil veces apurada, como un perro que roe y voltea un solo hueso después de haberle quitado hasta la última hilacha de carne.

Solo que los duendecillos están escondidos detrás de las puertas, y cuando les vuelve a picar el hambre, porque se han jurado comerse al portero poco a poco, empiezan a dejar escapar otra vez el aroma de las adormideras, que a manera de cendales espesos va turbando los ojos y velando la frente del portero vencido; y no ha pasado mucho tiempo desde que puso a los duendes en fuga, cuando ya vuelven estos en confusión, se descuelgan de las ventanas, se dejan caer por las hojas de las puertas, salen de bajo las losas descompuestas del piso, y abriendo las grandes bocas en una risa que no suena, se le suben agilísimamente por las piernas y brazos, y uno se le para en un hombro, y otro se le sienta en un brazo, y todos agitan en alto, con un ruido de rata que roe, las adormideras.

Y seguí mi vida. ¡Ay! ¡Cuando me acuerdo que algunas veces acorté el tiempo que me había propuesto pasar junto á mi hijo para seguir á algún hombre que apenas me interesaba!... Ahora que no lo tengo, pienso en las horas que pude vivir á su lado y fueron dedicadas al primero que excitó mi curiosidad... Es mi remordimiento más terrible, lo que me roe durante la noche y me obliga á pensar en el juego como único remedio.

Bendice á Dios tambien, triste en el mundo Has sido presa del dolor profundo Que roe el corazon, Hasta que un ángel que bajó del cielo Te dió en su labio plácido consuelo, Y te abrigó en sus alas con uncion. De su frente nacieron tres estrellas, Como ella puras, cual su rostro bellas, Que volaron á Dios En alas de la brisa rumorosa, Que repitió la queja dolorosa Que brotó el alma rota de los dos.

¡Vaya si le haré el agujerito! dijo Guillermina . Roe que te roe me estaré yo un rato de eternidad, y si Dios me descubre y me echa una peluca, le diré: «Señor, es para que entre mi sobrino, que era muy ateo... de jarabe de pico, se entiende; y me daba para los pobres». El Señor se quedará pensando un rato, y dirá: «Vaya, pues que entre sin decir nada a nadie».

La energía individual y la independencia exageradas se han trasformado en vanidad. Este es el gusano que roe y paraliza la fuerza de los artistas contemporáneos. Obsérvese el procedimiento de los antiguos y de los que los han imitado en el período del Renacimiento.

Palabra del Dia

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