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Actualizado: 29 de junio de 2025
Este tal le sorbió los sesos a una pobre mujer, viuda de un platero y se casó con ella. Cada uno por su estilo, aquella pareja valía un imperio. Todo el santo día estaban riñendo, de pico se entiende... ¡Y qué tienda, hija, qué desorden, qué escenas! Primero se emborrachaba él solo, después los dos a turno.
Pero a aquel buen señor, retratado en la Sala Capitular con peluca blanca, labios pintados y ojos azules, le llamaban más los goces del mundo que las grandezas de la Iglesia, y abandonó el arzobispado para casarse con una dama de modesta estirpe, riñendo para siempre con el monarca, que lo envió al destierro.
El padre maestro Vilches fué preso, costando mucho trabajo la formación de la causa, pues los religiosos se negaron á declarar ante la justicia «ó por política que observaban ó por precepto que les había impuesto el prelado» con lo cual la gente tuvo ocasión de hacer muchos y muy variados comentarios sobre el suceso, quedando como más aclarado «que el dinero de las Arcas de la Redención le había sacado el dicho padre Vilches, y gastádolo, y que de ello había sido sabedor el religioso lego; y que cautelándose no lo descubriese, lo mató, porque él riñendo con el M. Vilches lo amenazó.»
Siempre estamos riñendo, como usted ha visto, y sin embargo, creo que es el mejor amigo que tenemos. No hay otro más servicial ni más cariñoso si llega el caso. Cuando la enfermedad de mi hermana Ramoncita, que hace seis meses estuvo a la muerte, no salía un momento de esta casa: hablaba con el médico, iba a buscar las medicinas, la velaba... en fin, un hermano no haría más.
Cuando estaban enteramente solos, el digno funcionario solía confiar a Rosalía sus disgustos domésticos, que últimamente habían llegado a turbar la venturosa serenidad de su carácter. ¡Oh! El gran Pez no era feliz en su vida conyugal. La que en otro tiempo fue la misma dulzura, habíase vuelto arisca e intratable. Todo la enfadaba y estaba siempre riñendo.
A la entrada del cual, según dice Cide Hamete, vio don Quijote que en las eras del lugar estaban riñendo dos mochachos, y el uno dijo al otro: -No te canses Periquillo, que no la has de ver en todos los días de tu vida. Oyólo don Quijote, y dijo a Sancho: ¿No adviertes, amigo, lo que aquel mochacho ha dicho: ''no la has de ver en todos los días de tu vida''?
Arcale era un hombre grueso y activo, excosechero, extratante de caballos y contrabandista. Tenía cuentas complicadas con todo el mundo, administraba las diligencias, chalaneaba, gitaneaba, y los días de fiesta añadía a sus oficios el de cocinero. Siempre estaba yendo y viniendo, hablando, gritando, riñendo a su mujer y a su hermano, a los criados y a los pobres; no paraba nunca de hacer algo.
Y el pueblo se juntó, el cual andaba murmurando de las bulas, diciendo como eran falsas y que el mesmo alguacil riñendo lo había descubierto; de manera que tras que tenían mala gana de tomalla, con aquello de todo la aborrecieron. El señor comisario se subió al púlpito y comienza su sermón, y a animar la gente a que no quedasen sin tanto bien e indulgencia como la santa bula traía.
Fuera como quiera, don Venancio entró, como siempre, dando gritos; riñendo, declarando que no respondía de nada porque se le llamaba tarde.
Pero sentiría, si anda en ello la mano de Tirso, que acabe por sorberte el seso y te convierta en una de esas devotas que se comen los santos. Tanto, no; pero un poco de religión, no viene mal. ¿Como de cuando en cuando una purga? Que te oiga tu hermano, y disputa al canto. Tienes razón: más vale que no me oiga, porque acabaríamos riñendo. Mira, hijo, no tengamos algún disgusto por vosotros.
Palabra del Dia
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