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Actualizado: 4 de julio de 2025
Veía en él al más grande de los Ferragut: hombre de mar como sus abuelos, pero con título de capitán; aventurero de todos los océanos como él lo había sido, pero con un sitio en el puente, revestido del mando absoluto que confieren la responsabilidad y el peligro. Al reembarcarse Ulises, se alejaba el Tritón hacia sus dominios.
Por eso en la corte la habían tratado siempre á ella con una predilección especial. Vejada interiormente doña Mercedes por tanta grandeza, sonreía, sin embargo, con una dulzura de india, como diciendo: «Todo eso está muy lejos y tal vez sea mentira.» De pronto, empezaba á hablar en su francés rápido y caprichoso, revestido para siempre de una coraza de adherencias españolas.
En pos de la Virgen, revestido de riquísima capa pluvial, aparecía el padre Anselmo, y en torno de él varios capellanes, así indígenas como forasteros, con roquetes y sobrepellices, sueltos algunos de ellos, y otros seis sosteniendo los argentinos varales del magnífico palio, debajo del cual se contoneaba con la debida prosopopeya el ya mencionado cura párroco.
Y Julio mismo, al fin, le pareció revestido con el velo de la suavidad acariciante. Sus palabras no se apartaban de los asuntos sobre los cuales habían conversado otras veces, en casa de las Aliaga. Pero su voz tenía de nuevo el dejo humilde, insinuante, que tan singularmente la había sorprendido algunos días antes. Y toda su persona parecía rendirse a ella.
De una manera tan pública y esplicita fué reconocido el ilustre Libertador como jefe supremo del Estado y revestido de las mas ámplias facultades.
Revestido con las armas del difunto D. Jaime, que parecían expresamente forjadas a la medida del mancebo cautivo, apareció éste a la puerta del castillo en una hermosa mañana del mes de Mayo, acompañado de Nuño y de Juan Moreno Güeto, los tres en sendos caballos; tomaron el camino de Cabra, y no tardaron mucho en salvar la cima de los cercanos alcores, perdiéndose de vista.
No es posible censurar que los datos históricos se hayan revestido de un disfraz romántico, por estar esto de acuerdo con la práctica constante de todos los poetas españoles; pero es verdad que Calderón ha manejado la historia antigua harto arbitrariamente, desfigurándola sin motivo, debiendo extrañarnos aún más la frecuencia con que viste con frases huecas y pomposas la desnudez, mal encubierta, y lo indeciso de las formas, que han de representar á los héroes griegos y romanos.
Y eso que pertenece a una generación que no ha tenido la desdicha de presenciar exorciones, esas ceremonias públicas, tan profundamente endemoniantes, en las que el sacerdote, revestido con todos sus adminículos mágicos, espulsaba a los demonios del cuerpo de los poseídos, como quien espanta loros de un maizal.
El Monte-Blanco es el monarca de las montanas; esta coronado desde muchos siglos con una diadema de nieve sobre su trono de rocas. Esta revestido con un manto de nubes: los bosques forman su cenidor, tiene un avalange en sus manos como un rayo amenazador; pero espera mis ordenes para dejarlo caer en el valle.
El sepulcro se alza en medio de la capilla, es de mármol blanco, y sirve de lecho á una buena estatua del Obispo, revestido de pontifical. Compite en grandeza con este monumento fúnebre el sepulcro de D. DIEGO DE ANAYA, Arzobispo que fué de Sevilla y fundador de la capilla ó pequeña iglesia de los Anayas, que ya hemos mencionado, y del gran Colegio de San Bartolomé.
Palabra del Dia
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