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Por eso en la corte la habían tratado siempre á ella con una predilección especial. Vejada interiormente doña Mercedes por tanta grandeza, sonreía, sin embargo, con una dulzura de india, como diciendo: «Todo eso está muy lejos y tal vez sea mentiraDe pronto, empezaba á hablar en su francés rápido y caprichoso, revestido para siempre de una coraza de adherencias españolas.

Fuera del consumo local, que no debe ser insignificante, exportó en el año 89, 12.500.000 pesos en azúcares, más de 14 millones en abacá, 2.500.000 en café, más de 3 millones en tabaco y cerca de 500.000 en cocos; es decir, que casi su total exportación, ó sean más de 30 millones de pesos de los 35 á que ésta se eleva, tienen su origen en la agricultura; y como quiera que el chino no se dedica á las faenas del campo, y la emigración peninsular tampoco aporta esta clase de elementos, tenemos, que aquella raza tan vejada, el indio, que por no prestarse á las indignas explotaciones que de él requiere el ignorante, incapaz de apreciar los sanos preceptos de la colonización española, después de cubrir todas sus necesidades, lanza al exterior enormes cantidades de los apreciadísimos productos de su suelo.

Y amontonamos, como se pudo, los paquetes groseros de mi equipaje, los que, entre paréntesis, me tenían vejada con la triste figura que hacían en tan elegante vehículo. Apenas instalada en él, me dio mi tío una bolsa de golosinas para confortarme, y se sumió en la lectura de un nuevo diario. Esta manera de conducirse comenzó a fastidiarme.

Gabriel proclamaba su fórmula suprema: «Todo de todos, y el bienestar para todosSus amigos escuchaban con religioso silencio. Grabábase profundamente en su pensamiento el derecho al bienestar, la afirmación que más cruelmente contrastaba con su miseria, vejada por las suntuosidades del templo. Don Martín, el cura joven, era el único que tímidamente oponía algunas objeciones al maestro.

Al ver la indignación de aquella infeliz gente robada y vejada, al ver las mujeres que acudían frenéticas y rabiosas pidiéndonos que vengáramos a sus inocentes hijos, degollados sin piedad en la cuna, comprendí las crueldades de que por su parte empezaban a ser víctimas los franceses cuando se rezagaban.