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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Y don Álvaro estaba en traje de clérigo también, pero con bigote y perilla.... Después los tres juntos se habían puesto a cantar el Barbero, la escena del piano; él, don Víctor, se había adelantado a las baterías para decir con voz cascada: Quando la mia Rosina... el público de las butacas había graznado al oírle como un solo espectador.... Todas las butacas estaban llenas de cuervos que abrían el pico mucho y retorcían el pescuezo con ondulaciones de culebra.... «Una pesadilla» pensó Quintanar, y entre dormido y despierto emprendía la marcha a pie por la carretera de Palomares abajo.
Sus uñas se retorcían alguna vez sobre el plomo o se quebraban sobre el vidrio; sus dedos sangraban, pero no hacía caso; si se detenía alguna vez, era para secarse la sangre, para escuchar los ruidos que podían venir de dentro y asegurarse de que Honorina continuaba durmiendo.
A los lados de las alamedas, en las cunetas del riego, había charquitos de agua helada. De largo en largo se retorcían en la atmósfera las espirales azuladas que formaba el humo de las hoguerillas encendidas por los guardas.
Y mientras Juan Claudio comía, Luisa le miraba afectuosamente. Las llamas se retorcían en la estufa, iluminando con viva luz las vigas bajas, la escalera de madera que quedaba en la obscuridad, el amplio lecho situado al fondo de la alcoba, toda la vivienda, en una palabra, tantas veces animada por el carácter alegre del almadreñero, las canciones de su hija y el ardor del trabajo.
Diciendo esto, en mi interior se retorcían dolorosamente unas como culebras, que me estrujaban el corazón mordiéndolo y apretándolo con estrechos nudos. Yo quería aparentar serenidad; pero mis palabras balbucientes y cierta invencible sofocación de mi aliento descubrían la flaqueza de mi espíritu caído desde la cumbre de su mayor orgullo. ¿Quieres saberlo? Pues te lo diré. Es un inglés.
En lo alto y a lo largo de la nave corría en complicadas líneas un número incalculable de aceros relucientes, de hierros bruñidos, palancas, vástagos y ruedas unidas por correas, que subían, bajaban, se retorcían cruzándose, y giraban vertiginosamente, como miembros locos de un mecanismo vivo en que nada pudiera detenerse sin que el conjunto se paralizara.
Puesto que no hay otro remedio, parecían decir, dejémonos tostar por ese bárbaro, esperando mejores tiempos. Algunas hojas más pequeñas que las otras no podían resistir aquel infierno y se doblaban y retorcían como pacientes en el tormento. La condesa avanzaba por la huerta. La sombra desmesurada de su quitasol corría como densa nube por encima de los cuadros de hortaliza.
Las aguas, encajonadas entre las numerosas islas del archipiélago griego, se retorcían en opuestas direcciones, exasperándose al chocar contra los acantilados de las costas, con una violencia de retroceso que se convertía en furioso oleaje.
Cerdos y ranas se acoplaban en monstruosos ayuntamientos; los monos, con gesto innoble, se retorcían en lúbricos espasmos, y pajecillos entrelazados en posición contraria hundían la cabeza en la cruz de las calzas del compañero.
La moribunda se incorporó entonces, desgreñada, medio desnuda, con los hombros de esqueleto descubiertos, y sus ojos despedían llamas mientras sus labios, contraídos, se retorcían en una mueca espantosa. Elena retrocedió instintivamente. Dígale usted que deje a esa mujer agonizar en paz murmuró Luciana a mi oído. Hace mal en atormentarla así. Yo también pensaba que Elena hacía mal.
Palabra del Dia
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