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Actualizado: 11 de mayo de 2025


Pasaba el tiempo sin que tuviese fuerzas para abandonar aquel banco lejos de la luz. Temía volver al ruido de abajo. Retardaba el instante de entrar en su camarote, como si de los tabiques pudieran desprenderse, saliendo a su encuentro, los recuerdos que había clavado con la fijeza de sus ojos en las horas nocturnas de melancolía.

El maestro permaneció de pie delante de él, hasta que alzó los ojos. En el momento que sus miradas se cruzaron, el maestro fuese a su encuentro derechamente. Cuando principió a hablar, algo se le fue subiendo a la garganta que retardaba su palabra; su propia voz le asustó; tan profunda y vibrante sonaba. Pero moderó sus impulsos pues quería a toda costa evitar un escándalo.

Pepet, al hablar de estas reuniones, en las que se rozaba con gente brava, portadora de armas, volvía a acordarse del cuchillo del abuelo. ¿Cuándo hablaría don Jaime a su padre para que le entregase esta joya de familia?... Ya que retardaba la petición, debía acordarse de su promesa y regalarle otro cuchillo. ¿Qué podía hacer un hombre como él falto de tal compañía? ¿Dónde presentarse?...

Era tan fatal la expresión de su rostro de calmuco, con un ojo contraído y otro muy abierto, que todos vieron una línea ilusoria desde la boca de su pistola al pecho del que estaba enfrente, un camino que la pequeña esfera de plomo iba á seguir con inexorable rectitud. Orgulloso de su superioridad, el príncipe retardaba el momento de dar la muerte, por una especie de coquetería salvaje.

Había tomado el baño y retardaba el momento de recobrar su uniforme, deleitándose con el sedoso contacto de la túnica femenina, igual á sus vestiduras orientales de Berlín. Blumhardt no manifestó la más leve extrañeza ante el aspecto de su general. Erguido militarmente habló en su idioma, mientras el conde le escuchaba con aire aburrido, pasando sus dedos sobre las teclas.

Y todavía repitió varias veces la incompleta canción en honor de su valentía, hasta que al fin se decidió a entrar en la casa. No sentía deseos de acostarse. Adivinando su estado retardaba el momento de subir a la habitación, donde le aguardaba Carmen, tal vez despierta. Ve a dormir, Garabato. Yo tengo que hasé muchas cosas.

Pedro Lobo, pues, vino a ser el encanto de D. Joaquín, quien siempre quería tenerle en su casa, de suerte que, cuando Pedro Lobo, retenido por sus quehaceres, dejaba algún día de venir o retardaba su venida, D. Joaquín iba a buscarle y no paraba ni descansaba hasta que se le traía consigo.

Cuando el bautismo de los príncipes que nacian fuera de Zaragoza se retardaba para celebrarlo en la Seo, muy natural es creer que los que nacian en la capital no fuesen bautizados en otra parte. En 4 de setiembre de 1498 D. Fr.

Aún persistían en él ilusiones juveniles, con sus delicadezas y entusiasmos, con sus melancolías, sus arrebatos e impaciencias. El cuerpo principiaba a envejecer antes que el alma, porque esta retardaba su extenuación con fantasmagorías y esfuerzos de iluminismo, de que nacían, aunque por modo artificioso, afectos parecidos a la ternura.

Tendré que ir yo mismo se dijo con desesperación . Debo hacer ese viaje, aunque me siento enfermo y sin fuerzas. Es preciso.... es preciso. Pero retardaba el momento de la partida, por flojedad física y por la atracción de un país en el que ganaba desahogadamente el dinero y no se sentía perseguido por los hombres. Acabó por familiarizarse con la terrible visión que le esperaba todas las noches.

Palabra del Dia

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