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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Estas resoluciones desesperadas sólo se ven en las novelas. Tenía además cierta confianza en el porvenir y consideraba oportuno dejar pasar el tiempo. Su madre tal vez cediese al ver que transcurrían los años sin que ella amase á otro hombre. Edwin podía estar seguro de su fidelidad. Mientras tanto, la Fortuna tal vez se fijase de pronto en Gillespie, como se había fijado en mister Haynes.
»La veo ponerse más blanca que el yeso que cubre la pared y su voz murmura en mi oído: »¡Nada me preguntes, en nombre del Cielo, nada me preguntes! »Y una angustia nace en mí; quizás la perderé mañana como la he conquistado hoy. »Olga le digo, si eres tan inconstante en tus resoluciones, quién me responderá de que... »Me interrumpo, pues la expresión de su rostro me impone silencio.
Aquella misma noche, antes de separarnos, estando yo presente, le escribió a su marido. Le aviso al señor de Nièvres que está usted aquí me dijo. Y me di cuenta de lo que semejante precaución, tomada en mi presencia, implicaba de escrúpulos y resoluciones leales. No había visto a Julia. Estaba débil y agitada.
No tienen gobierno ni vida civil, aunque para sus resoluciones oyen y siguen el parecer de los más viejos. La dignidad de cacique no se dá por sucesión, sino por merecimientos y valor en las guerras y en hacer prisioneros á sus enemigos á quien asaltan sin otro motivo más que por quitarles algún pedazo de hierro ó por alcanzar fama y nombre de valerosos en la guerra.
Y el sacerdote, falto de apoyo, viendo la hostilidad por todos lados, dejaba para el día siguiente las resoluciones enérgicas, riñendo a su sobrina cuando ésta le echaba en cara su debilidad. El canónigo Obrero, de quien impetraba socorro, no quería turbar la calma beatífica de su existencia mezclándose en la rebelión de la gente menuda.
Ya no sufría el torcedor de la voluntad; no exhalaba quejas lastimeras sobre sus pecados, sobre sus resoluciones vencidas, porque no amaba ya sus propias obras, por buenas que fuesen, como antes, sino únicamente lo Eterno. Porque las obras tienen su origen en la persona, y él se había despojado de la suya; la había negado con firmeza.
Estoy muy ocupada en ordenar mis anteriores diarios, lo cual hace que vuelva a leerlos con interés. Esta lectura me llena cada día más de reconocimiento por todas las gracias que he recibido de Dios, y me arrepiento por haber adelantado tan poco en la piedad y el bien, después de las mejores intenciones y resoluciones que yo tomaba frecuentemente con escaso provecho.
Disgustos, rabietas, lágrimas y furores sin fin, por consiguiente. El monstruo, además, se desacredita y se hace odioso a cuantos seres existen. Así es que exclama lleno de angustia: ...............devoro un ultraje perpetuo de los mundos y un eterno desprecio de los cielos. ¿Qué resolución adopta el monstruo para salir de tan abominable conflicto? La más tremenda de las resoluciones.
El cardenal comprendió bien pronto cuán vivas y perjudiciales, pero poco duraderas, debían de ser las resoluciones en aquel carácter vehemente y exaltado, y concibió el remedio para curar aquella imaginación enferma. Hija mía le dijo; a mí me corresponde salvarla, y lo haré, aunque a pesar suyo, si necesario fuese.
Había en su mente un movimiento de ideas que continuaba; y como si hubiese querido explicarse más claramente con respecto a las resoluciones, que por otra parte de por sí se manifestaban, continuó, lentamente y con un tono completamente distinto: Muchos años han transcurrido desde el día que volví a mi rincón.
Palabra del Dia
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