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Actualizado: 27 de julio de 2025
Su cara sonreía; pero tenía los ojos húmedos. Ya sé, ya sé dijo la señora ¿Quieres el éter? ¿Sientes opresión? No siento nada. Estoy muy bien. La plática se enredó de nuevo. Doña Paula expresó la idea de que Gonzalo se viniese a vivir con ellos. Este se resistió un poco, porque comprendía que esto iba a disgustar a su tío.
El marqués de Villagarcía se resistió mucho a aceptar el virreinato del Perú, y persuadiéndolo uno de los ministros del rey para que no rechazase lo que tantos codiciaban, dijo: Señor, vueseñoría me ponga a los pies de Su Majestad, a quien venero como es justo y de ley, y represéntele que haciendo cuentas conmigo mismo, he hallado que me conviene más vivir pobre hidalgo que morir rico virrey.
Se había dormido pensando en la necesidad de decirle una cosa... una cosa muy importante. Maltrana inclinó su cabeza para oír mejor. Habla: dime qué es eso. Pero Feli se resistió a hablar, ocultando su cara al mismo tiempo que sus mejillas se enrojecían intensamente. No; así no. Temía que alguien la oyese; que sus palabras llegasen hasta el devoto, que dormía al otro lado del tabique.
El primer movimiento de Mauricio, como Clementina había previsto con toda exactitud, fué cerrar el cofrecillo, volver al salón de baile, llevarse á Héctor á un rincón solitario y allí aplicar sobre su nutrida cara un buen par de bofetadas. Pero resistió esta tentación y juzgó más razonable hacer á su tutor árbitro de la situación.
Y halagado por la extravagancia del disfraz, se apresuró a meterse en la inmediata habitación para ponerse la bata. Para usted dijo Leonora a Rafael con maternal sonrisa sólo he encontrado esta capa de pieles. Vamos, quítese usted esa chaqueta que está chorreando. El joven se resistió ruboroso y avergonzado como una doncella. Estaba bien así; no le ocurriría nada; otras veces se había mojado más.
Mejor que nunca lo conoció cuando hubo que dar la gran batalla para trasladar al caserón de los Ozores el nido del amor adúltero. Ana se opuso, lloró, suplicó... «no, no; eso no, Álvaro, por Dios no, eso nunca». Y resistió muchos días a las súplicas del amante que se quejaba de lo poco y deprisa y sin comodidad que gozaba de su amor.
Inútilmente forcé mi organización, procuré gastarme. Mi organización resistió como una máquina de acero. Entonces me entregué resignado a mi destino. Como si un genio fatal y poderoso se hubiese propuesto oponerse a mi voluntad, se me hizo imposible el suicidio, a no ser apelando al medio ruidoso y poco decente de levantarme la tapa de los sesos, o de hacerme matar en un duelo.
No recuerdo si he dicho que el maestro era joven, cosa, de todas maneras, de poca trascendencia. Educado severamente en la escuela en que Sofía dio sus primeras lecciones, a pesar de todo resistió como un hermoso y joven espartano, las flexibles curvas y fascinadoras miradas, en cuyo ascetismo tal vez pudo contribuir lo exiguo de la comida que tomaba.
Sola se resistió a ir a los Cigarrales mientras no tuviese noticias de su marido o no le viese entrar sano y salvo. Aquel día pasó en soledades y suspiros, en mirar al suelo y al cielo, en interrogarse con los ojos, sin atreverse a formular verbalmente el triste pensamiento.
Jacinto resistió briosamente el ímpetu de aquel coloso, y esquivando con destreza sus golpes pudo alcanzarle con más de un garrotazo. Pero los amigos que con él venían le secundaron innoblemente. Todos alzaron los palos. En vano brincando hacia atrás con increíble ligereza y haciendo molinete con su palo se defendía de la lluvia de golpes.
Palabra del Dia
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