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Actualizado: 30 de abril de 2025
El venía a Nueva York dos o tres días cada semana para despachar sus negocios que, por haber muy entendidos dependientes en su escritorio, no requerían de continuo su presencia. De aquí que la mayor parte del tiempo se le pasase en una quinta que había hecho construir a las orillas del Hudson, imitando en lo posible la traza y arquitectura del castillo de Liebestein.
Butrón, sin embargo, no cayó en la cuenta, y con el majestuoso continente que las circunstancias requerían, arrastró con suavidad a Currita al próximo gabinete. Sudaba como un pato, y la camisa no le llegaba al cuerpo, temiendo alguna nueva trapisonda de la ilustre condesa, que viniera a desacreditar sus manejos diplomáticos.
Sabía que el notario había llenado todas las formalidades y que mi papel en la ceremonia consistía en ir a la cabeza del cortejo y en dar las gracias a los asistentes en nombre de la familia. Me vestí, pues, de negro, como lo requerían las circunstancias y me fui a la casa mortuoria en unas disposiciones muy poco fúnebres, mal que pesara a la pobre solterona.
Estos jóvenes hastiados desde la más tierna edad, tenían por muy aburrido, fatigoso e incómodo el baile; contentábanse con hacer algunas invitaciones con dejadez e impertinencia. No así Pablo de Couprat, demasiado educado y franco para no bailar con el aspecto alegre y satisfecho que las circunstancias requerían.
Conocida la malicia de semejante embajada, aunque se contestó blandamente y con razones que requerían el alojamiento de la gente, se previnieron las guardias, sabiendo por un cautivo cristiano escapado cómo toda la gente de la isla estaba unida con pensamiento de dar la batalla juntamente con los turcos que había en el castillo.
El empresario recibió muchas obras, donde se adjudicaban a la nueva artista papeles que requerían poquísima ropa, con lo cual la pobre muchacha se persuadió de que no eran su voz y su talento los que la iban sacando a flote, sino su belleza. Esta fue su primera desilusión.
Llegado el dia de la eleccion, para el año de 1781, propuso á los vocales nombrasen á sugetos benémeritos y honrados, de buenas costumbres y amantes de la justicia, para que así pudiesen desempeñar con acierto los cargos, con la madurez y juicio que previenen las leyes, y requerian las críticas circunstancias, en que se hallaba el reino.
Ocupaba la sociedad una gran casa, de suelo a cielo, en una gran calle de lo mejor entre lo más caro de la villa y corte; y en la gran casa había grandes cocinas, grandes cuadras y grandes cocheras, con muchos y muy lujosos carruajes, abajo; y grandes salones de conversación, de juegos lícitos y de lectura; grandes salas para otros usos, hasta sala de esgrima, y grandes comedores y cuartos de tocador y gabinetes para vestirse, para escribir y para jugar a lo que no debía verse, arriba; y lo de arriba y lo de abajo, y lo de acá y lo de acullá, con todo el lustre de decorado y servidumbre que la institución y sus destinos requerían.
Esto significa la excelencia moral que los griegos requerían en el poeta, aunque careciese de aquella voluntad perpetua y constante que constituye la virtud práctica en todos los actos de la vida, ó aunque no fuese ni héroe ni santo. Infiero yo de lo expuesto que el amor entre hombre y mujer, cuando no es sólo material, no va contra la moral, sino que ésta le sanciona.
Deberíamos haberle ofrecido unas gotas de láudano. No articuló palabra Clarita; pero sus ojos negros cuajados de lágrimas me dijeron muchas cosas en una última mirada. Con el dardo de esta mirada clavado en el pecho, me volví a Venado-Tuerto, a la estancia, donde me requerían urgentes trabajos. No sin llevarme una biblioteca de bridge, tres docenas de juegos de naipes y una gruesa de «anotadores».
Palabra del Dia
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