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Actualizado: 10 de junio de 2025


Al pasar repentinamente a la categoría de persona sui juris, la pobre Niña había experimentado desazón increíble: todo le asustaba, todo era conflictos de los cuales le parecía imposible salir; echaba menos aquellas ásperas reprensiones que, si la hacían derramar abundantes lágrimas, habían reprimido saludablemente sus juveniles arranques y cortado los funestos resultados que pudiera acarrear su inexperiencia.

Hubo un murmullo reprimido entre la gente. El deán, con lágrimas en los ojos, respondió: ¡Bienaventurados los que padecen hambre y sed de la justicia! Y le puso la sagrada partícula en la boca.

Su cabeza es enérgica, redonda, fuerte, trasquilada al rape; muestra en su gesto y en sus ademanes como un desdén altivo, como un enojo reprimido hacia esta comida sórdida e indigesta que, poco a poco, con lentitud desesperante, nos van sirviendo. Yo que es el presidente del Círculo Industrial de Madrid; yo le reputo por uno de los hombres más enérgicos y emprendedores de la España laboriosa.

Aquellos mares parecían tan hondos, que habían reprimido el empuje del fuego central impidiendo que brotasen islas montañosas sobre su superficie. El coral y las madréporas no habían levantado arrecifes por ninguna parte ni habían formado atolones.

Bello contraste con las tinieblas del fondo de la catedral, vasto sepulcro de piedra donde se sentia el reprimido murmullo de los espectadores invisibles! Aquella escena tenia no qué de profundamente misterioso y solemne, como una iniciacion masónica ó de iluminados.

Los Febrer marchan desde hace años por tales caminos, que nada de ellos puede sorprenderme. Jaime adivinaba en los ojos y la voz de su tía un goce reprimido, la voluptuosidad de la venganza, la alegría de ver caídos a sus enemigos en lo que consideraba una deshonra, y esto le irritó. Y si me caso dijo imitando la frialdad de doña Juana , ¿puedo contar con usted? ¿Vendrá usted a mi boda?

Aparte del deber de cada uno de buscar su perfeccion, hay el deseo inato en el hombre de cultivar su inteligencia, deseo aquí más poderoso cuanto más reprimido; y el que da su oro y su vida al Estado, tiene derecho á exigirle que le la luz para ganar mejor su oro y conservar mejor su vida.

No la he visto hace un siglo... ¡ni ganas! respondió con reprimido acento de cólera, puestos los ojos en el techo. Soledad le contempló fija y severamente largo rato; luego, alzando los hombros, hizo una leve mueca de desdén. Manolo adivinó esta mueca sin verla y volviendo su rostro turbado: Dispensa, hija; no puedo remediarlo... Tu madre me ha hecho mucho daño. ¡Qué niño eres, Manolo!

Doña Encarnación, que hasta entonces había reprimido la cólera, sufriendo el insulto hecho al enclenque de su marido, por temor de andar a la gresca con Juanita y aun de quedar vencida y aporreada, no pudo ya contenerse al ver y al oír a su marido tan melifluo y tan predispuesto a ser dadivoso, y le interrumpió exclamando: No te derritas, hombre; no te vuelvas una jalea, no me obligues a que sea yo quien te llame tío marrano.

Sus manos crispadas arrancaban los corchetes de su traje, o comprimían sus sienes, o se clavaban en los almohadones del sofá, arañándolos con furor.... Aunque tan inexperto, Julián comprendió lo que ocurría: el espasmo inevitable, la explosión del terror reprimido, el pago del alarde de valentía de la pobre Nucha.... ¡Filomena, Filomena!

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